Septiembre de 2014 será recordado no como el mes de la patria del año de las grandes reformas, sino como el mes que el hastío llegó a su cenit y la noticia de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa pasó a los medios internacionales. No fueron los primeros muertos y desaparecidos, han sido muchos los carteles en los postes de calles y avenidas del país donde aparecen los avisos de búsqueda que familiares y amigos ponen. Cruces, flores y veladoras recuerdan que cada vez más en algún lugar un hecho de sangre se perpetró y no se trata de acostumbrarnos a estos actos; se trata de reflexionar sobre cuál fue el camino que nos colocó como uno de los país más violentos sin estar en un conflicto bélico.
Peña Nieto gestionó, cabildeo y negoció para poder sacar adelante las reformas constitucionales que prometían, llevarnos a un “Estado de bienestar” con beneficios innegables para todos. La campaña mediática que se desplegó, abarcó todos los medios disponibles por el aparato gubernamental, para convencer a los nacionales y los futuros inversores extranjeros que este era un país con acciones para fortalecer las políticas públicas que beneficiarían a todos y el crecimiento y desarrollo estaban a la vuelta de la esquina, pero sobre todo, la seguridad del estado garantizaría cualquier inversión que realizara el capital extranjero.
Se destapó la corrupción de Michoacán, todo lo que Calderón dijo que había, lo encontraron y más; “su guerra inútil” resultó que era una operación de urgente necesidad de poner orden en la falta de gobernabilidad, la estructura política del estado no salió sin mácula. Se dijo que las acusaciones de los hermanos Calderón eran calumnias injustificadas, actos desesperados, que su mandato no tenía orden ni gobierno y por tal motivo buscaba culpables donde no existían.
Y donde no pasaba nada fue saliendo y saliendo, Guerrero también estaba comprometido como su vecino.
¿Por qué Abarca actuó como actuó? ¿Por la interrupción al baile del DIF? o porque quizá simplemente la prepotencia e impunidad no conoce de consecuencias ni le interesa.
Los muertos de Tlatlaya, Estado de México aún causan dudas, muchas interrogantes aún se centran en el caso y ahora Ayotzinapa después de 43 días del destape de una cloaca de corrupción conocida por todos, nos coloca en el primer plano en el mundo.
El gobernador renunció, a los Abarcas los capturaron ¿y ahora qué sigue?
La investigación sobre el paradero y captura de los Abarca está llena de huecos que hacen dudar de toda la investigación, pero lo que si nos quedó claro es que si se realizó una investigación minuciosa y ¿Por qué esos mismos investigadores no saben dónde están los 43 normalistas?
Fosas y cuerpos encontrados de “desconocidos” que seguramente alguien los estará buscando ¿y para ellos no habrá justicia?
¿El gobernador de Guerrero se fue y aquí no pasó nada? ¿Acaso él no tiene mucha culpa de lo que paso en su estado? ¿Entre que buscaban a los Abarca, no pudieron determinar el paradero de los estudiantes con la misma técnica de investigación empleada para los prófugos?
Tan elocuente Peña Nieto para defender las bondades de las Reformas; sus secretarios se reunieron, dialogaron y establecieron consensos para promover la aprobación y llevar a México a una economía de desarrollo y progreso y ahora qué debía probarnos que él puede tomar “el toro por los cuernos”, su figura se desdibujo.
Una reunión en los Pinos, un acuerdo de partidos, la difusión de los Abarca demacrados en un barrio popular, no es el resultado que todos queremos. Solo falta que se les ofrezca a los padres de los estudiantes una modesta casa de interés o una beca para sus otros hijos.
A la conclusión que llegamos los mexicanos, es que la impunidad reina sobre el Estado de Derecho.

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* Zeus le da al hombre para regir sus ciudades Aidós q Díke (conciencia moral y justicia).