El extraordinario novelista ruso León Tolstoi, escribió un cuento que parafraseo porque me cautiva: “Se centra en la historia de un ruso muy pobre que viajo con los Rashkirs, una tribu lejana, de hombres profundamente sabios. El hombre iba en busca del secreto para la riqueza. El líder de la tribu le ofreció que le darián la cantidad de tierra que pudiera recorrer a pie en un día. El hombre pobre comenzó a correr, intentando desesperadamente cubrir el mayor trayecto posible.
Después –agotado– empezó a caminar, en el camino los pobladores generosamente le ofrecían de comer y de beber, mismos que no aceptaba porque quería recorrer el mayor número de kilómetros, para poseer más tierras. Al ponerse el Sol al final del día, el hombre cayó exhausto y murió. Al final de cuentas, por todo su trabajo, lo único que recibió fue un espacio de dos metros de tierra.”1
La moraleja es formidable, cuando nos damos cuenta que “Una vez terminado el juego, el peón y el rey vuelven a la misma caja”, al morir a todos nos toca la misma porción de tierra, entonces el ser evolucionado trabaja sabiamente, de la mano con su maestro interior, para ir más allá del poder, la riqueza, el prestigio, el reconocimiento… trabaja en su trascendencia.
Comento lo anterior debido al sensible fallecimiento de un hombre maravilloso, el sabio y bien querido veracruzano, Don Jorge Saldaña Hernández, un hombre que fincó su vida en hacer su tarea con amor incondicional, será porque sabía que “Amar es entre todos los sentimientos del alma, el que más se parece a la eternidad, porque es el que más nos acerca a ella”.2
Hace más de un año me entrevistó en su casa del Sur de la Ciudad de México, para su programa de Canal 11 Tv México “Desayunando con Saldaña” la vida ha enseñado a este viejo Filósofo, que dos almas no se cruzan por casualidad; fue un placer para mis sentidos reencontrarme con él, la entrevista que iba a ser de media hora… se prolongó a una hora.
Por el profundo sentido de vida que poseía, yo lo llamaba el “Filósofo de Banderilla”, a Don Jorge le encantaba, decía: “no es fácil que dos Filósofos se encuentren en un mismo programa de televisión”.
Si somos capaces de ver la muerte más allá de la culminación de la existencia, entenderemos que nada es para siempre, todo termina, –para volver a empezar– en el momento preciso… ni antes ni después.
Ontológicamente muere la parte física, pero la parte espiritual trasciende los entretelones del tiempo por el poder del amor incondicional con el que se ha viajado en el camino de la vida.
Don Jorge, fue de esos hombres maravillosos que supieron trascender su espacio y su tiempo, abogado de profesión, inspirado compositor, sabio escritor… fecundo comunicador por vocación.
Cuando argumentaba su gusto por trabajar en la televisión solía contar una anécdota: “Creo recordar muy vagamente que mi mamá, doña Lolita, me ponía en la ventana de la casa para que la gente del pueblo pasara a verme, entonces psicoanalíticamente creo que ahí comencé mi trabajo en televisión”3
Siempre gozó del respeto y admiración de los hombres del poder, con los que nunca fue cortesano; el pueblo lo admiraba en ese crisol espectacular de poeta, escritor, bohemio, conductor. En sus más de 50 años de carrera –en radio y televisión– siempre fiel a sus valores y principios, supo mostrar su talento, versatilidad y una fina agudeza.
En sus 83 años, gozó de una alquímica facilidad para sembrar amigos. HOY –uno de ellos– el viejo Filósofo de Güémez, envía sus fraternas condolencias a su esposa Leticia, a sus hijas Ximena, Silvia y Georgina, aunque en el fondo, las condolencias son para quienes amamos el oficio de la palabra, que con la partida de Don Jorge Saldaña Hernández, entendemos que México pierde un baluarte de la cultura. Digo un hasta pronto, a un hombre que siempre tenía una sonrisa a flor de labios.
Resulta que un matrimonio regio, realiza sus compras semanales en el súper, él toma dos 24 de ‘cheves’, y ella le reclama: –– ¿Qué crees que estás haciendo?
–– ¡Hay promo vieja, los dos por $200.00!
–– ¡Regrésalas!, no nos alcanza el presupuesto.
El pela’o las regresa, más adelante, ella toma una crema para la cara de $400.00, y su marido le reclama:
–– ¿Qué haces?
Es una crema especial, pa’ que me veas más bonita, –coquetamente responde la mujer.
–– ¡Regrésala!, lo mismo hacen los dos 24 pack y… ¡A MITAD DE PRECIO!
1 Texto extraído del libro Aprendiendo a decir adiós, de Marcelo Rittner Ed. Urano; 2 José Vasconcelos.
3 http://www.oem.com.mx/laprensa/notas/n3590700.htm#sthash.r4igeGNR.dpuf