Cuando Jorge Isaac Saldaña Hernández contaba con veintiún años de edad, le encantaba participar en los concursos de oratoria a los que convocaba el periódico El Universal y estaba muy presente en cada uno de ellos. Ganó el certamen celebrado en Xalapa en 1952; se convirtió en triunfador auténtico, porque hablaba muy bien y había practicado los tonos, la mímica y la gesticulación, de tal manera que tuvo el privilegio de representar a Veracruz en la contienda nacional.
El licenciado Guillermo Tardiff señala que, con éxito sin precedente, tuvo lugar la eliminatoria final del concurso de oratoria del Estado de Veracruz el 2 de junio del año citado. Es interesante saber que este arte era muy admirado por la juventud y se invitó a un torneo que tuvo lugar en el teatro Sebastián Lerdo de Tejada, precisamente aquí, en la ciudad de Xalapa. Se trataba de un edificio muy interesante porque contaba con luneta, palcos y galería y lo habían edificado en la esquina de Clavijero y Altamirano.
En esa fiesta verbal asistió el gobernador de la entidad, porque Marco Antonio Muñoz era muy elegante y talentoso para gobernar. Lo designaron Presidente del Jurado Calificador; lo acompañaron el rector de la Universidad Veracruzana, Lic. Arturo Llorente González, el Lic. Mario de la Cueva, director de la escuela de jurisprudencia de la UNAM, el Lic. Pedro González Limón, Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Veracruz, el Dr. Gustavo A. Rodríguez, hombre culto, buen escritor y cronista de la ciudad de Xalapa en esa época, el señor Higinio Corro y el campeón internacional de oratoria Gonzalo Vázquez Colmenares, uno de los retóricos más brillantes de aquellos tiempos.
En las pruebas anteriores habían destacado jóvenes como Roberto Hiram Sánchez López, que tenía fama estudiantil por su postura ideológica y en ese entonces estudiaba en la escuela secundaria de bachilleres de Xalapa; su generación recuerda que habló sobre Miguel Hidalgo, llamándole Padre de la Patria. También participó Jorge Saldaña, que ya estudiaba en la facultad jurídica, su tema giró alrededor de la democracia en América.
Otros concursantes fueron Gregorio Andrew Muñoz, de la Facultad de Comercio, quien de manera culta escribió y memorizó un discurso sobre la herencia de la revolución mexicana; sorprendió la elocuencia formidable de Nohemí Rodríguez de la Vega, de la escuela secundaria y de bachilleres de Coatzacoalcos, habló sobre la solidaridad americana. También anhelaban ganar Carlos Delgado González de la escuela secundaria de Alvarado, quien disertó sobre la grandeza nacional y la dignidad internacional de México; Esteban Ruiz Ponce, joven que dedicaba su tiempo a estudiar, leer libros y reflexionar, apenas cursaba la escuela secundaria de bachilleres de Córdoba, quien destacó la belleza del paisaje mexicano, con los años brilló de manera excepcional como catedrático de la Facultad de Derecho de la UNAM ; Raúl de la Huerta Valdés, de la facultad jurídica, expresó tesis muy interesantes sobre la importancia del color y el descubrimiento de América; María Rosas Armas fue un regalo artístico, venía de Orizaba y había reflexionado muy bien sobre la importancia de la provincia en la vida nacional y, de Poza Rica, Federico Cruz Castellanos razonó sobre la juventud y la universidad.
Cuando el jurado calificador ponderó las intervenciones, llegó a una conclusión formidable y dijo al público que, evaluada la participación de los oradores, el primer lugar, sin lugar a dudas, pertenecía al nacido en Banderilla, Ver., Jorge Isaac Saldaña.
Ya en el concurso nacional, destacó el representante del Estado de Veracruz, porque habló con gran elegancia; utilizó voz suave y cadenciosa y desarrolló un parangón entre los paisajes y bellezas de Veracruz y San Luis Potosí, para hermanar en un solo elogio a las dos huastecas. En esa lid no pudo vencer nuestro homenajeado, alcanzó sólo el tercer lugar y triunfó el hermano de Gonzalo, Genaro Vázquez Colmenares, quien estudiaba el tercer grado de derecho en la UNAM y contaba con 21 años de edad; en ese mismo año, fue campeón internacional.
La voz y la palabra de Jorge Saldaña se siguieron escuchando todo el tiempo en la radio, la televisión y en diversos foros con el talentoso verbo que siempre demostró en su vida. Ahora, por su relevancia como comunicador que colocó a Banderilla en el mapa mundial, porque llevó el recuerdo de su terruño por todas las naciones donde realizó su trabajó, sería conveniente analizar la pertinencia de que su nombre se le diera al municipio donde nació, para que se identificara como Banderilla de Saldaña en lo sucesivo.
Descanse en paz.
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