Siempre he sido un convencido que después de la expresión oral, la voz escrita nos transporta a un crecimiento intelectual interesante, sean las diversas lecturas del tipo que se busque. Sin querer equiparar estos detalles de mi narrativa a los muchos que hemos rescatado de los libros de historia, pretendo con estas experiencias buriladas sean apegadas a la narrativa más exacta, solo afectada por la palidez de la memoria. Voltaire expresó en alguna ocasión sobre el historiador “es un charlatán que hace triquiñuelas con los muertos”, quizá tenga razón, pues muchas veces olvida uno detalles importantes de alguien, de quien se nos adelantó en este mundo de vivos. Vuelvo a la narrativa de pasajes de mi existencia , por ello el día que fui por mi certificado a la escuela secundaria, ya tenía planeado unirme a la chica de mis “sueños”, trasladándome con esta chica a mi tierra natal, era un chamaco todavía, pero me creía un hombre hecho y derecho, no me arrepiento de esa faceta de mi existencia; aquí revivo frase del comediante estadounidense Helen Rowland, que expresara “Las locuras que más se lamentan en la vida de un hombre son las que no se cometieron cuando se tuvo la oportunidad.” ¡Irónico! La decisión anterior desencadenó en corto tiempo respuestas inesperadas, ingresé a trabajar en un programa de la Secretaría de Salud, mi madre decepcionada emprendió un viaje con destino muy lejano y la madre de la chiquilla vino por su hija –quien accedió en regresar al seno materno después de dos meses de vivir a mi lado-. Los adultos no concebían tal unión entre un joven de quince años y otra chiquilla de trece. En este desconcierto personal debido a tantas emociones, un catedrático de la escuela normal de Minatitlán, que me conoció como alumno brillante en la primaria me ofrece una beca-trabajo para estudiar la carrera de Profesor de Educación Primaria, mi labor aparte de estudiar era auxiliar las labores administrativas, etapa tranquila donde todo estuvo bien hasta unos días antes de la graduación donde; el secretario de la institución a gritos me ordena ir a comprar material que servirá para adornar el recinto de entrega de los certificados de estudios, actitud que me molestó y contesté que “así no se piden las cosas”, lo que hizo que se convirtiera en un energúmeno y me golpeó -más le hubiera costado no haberlo hecho, pues le tuve que dar su merecido- y de coraje en la distribución de cargas de trabajo me enviaron a un lugar lejano; el que decidí abandonar en poco tiempo pues las condiciones –en todos sentidos- estaban en mi contra, abandonando este proyecto. Regresé a nuestra casa, donde ahora vivía mi hermano con su esposa e hijos y me inscribí en la misma escuela donde estudié los primeros años de secundaria, ahora había ampliado su cobertura a bachilleres, que con edificio y terreno nuevo tenía otra dimensión pero misma cobertura regional. Algo curioso sucedió el primer día de clases en el bachillerato, los alumnos del segundo grado conocían algo de mí y nunca trataron de ejercer la novatada que aún se conservaba, por tal motivo otros chicos que conocí antes se acercaron a mí como escudo de protección y otros más por ser del barrio y formamos un grupúsculo al que denominaron “Los Comandos de Garrison” como esa famosa película de combate. Todos los que se unieron a esta pandilla estudiantil tuvieron su recompensa, ya que no fueron rapados, inclusive pudieron “salvar” de tal novatada a sus amigos cercanos, y rapar a los que no eran de su simpatía. Este funcional y moderno edificio que se construyó en la entrada de la ciudad, albergó simultáneamente a los alumnos de la secundaria y del bachillerato lo que hizo que tuviésemos roces. Hago un alto en la narrativa para mencionar que como adolescentes tenemos en perspectivas muchas tentaciones, las mismas de siempre, vino, parrandas, bailes y serenatas; pero parece mentira, en cuatro años las cosas cambian vigorosamente, ahora otros malos hábitos habían hecho presa fácil en ciertos chavos: ¡¡Drogas!! Sin saber cómo le llamaban a la característica de no sucumbir ante la tentación de ser parte de la delincuencia y adentrarme a las adicciones perseguidas por la ley, siempre me abstuve de ello. Hoy sé que es la resiliencia, “la que actualmente se aborda desde la psicología positiva, la cual se centra en las capacidades, valores y atributos positivos de los seres humanos, y no en sus debilidades y patologías, como lo hace la psicología tradicional”. Comprobando en carne propia que “los resilientes poseen tres características principales: saben aceptar la realidad tal y como es; tienen una profunda creencia en que la vida tiene sentido; y tienen una inquebrantable capacidad para mejorar”. Las autoridades civiles y educativas habían observado que la venta de droga y consumo de marihuana se había introducido en esta institución, por lo que tomaron medidas serias, entre otras nombrar como director y subdirectora a los maestros Carlos López García y María René Montero Mora, quienes utilizaron sus conocimientos, capacidades y sabiduría para cortar de tajo este cáncer social, expulsando a dos de los integrantes de nuestra mentada pandilla, al comprobársele andar drogados entre el alumnado, de tal manera otros chicos que andaban haciendo sus “pininos” en estos malos hábitos, empezaron en abandonar tal conducta. En estos menesteres el lema era, “divertirnos en todo lo que está permitido por la ley” y así lo hicimos, tan es así que este grupo se convirtió en “Los rostros de 72” que tuvimos como premisa participar y difundir el deporte, las artes y la cultura; surgiendo un ambiente que se alegraba de más con los eventos sociales donde éramos bien recibidos por las chicas, no por otros jóvenes que buscaban muchas veces confrontación, pero con la entereza y experiencia obtenida, así como la madurez adquirida, evité muchas contiendas; los golpes duelen, aunque gane uno las contiendas, por ello sabía que la mejor pelea era la que no se realizaba. Recuerdo esta etapa que conviví un año lectivo a muchos compañeros de esa época, la mayoría mis amigos como: José Jiménez González, Gregorio Onorio Cárdenas, Álvaro Cadena Carrión (+), Alejandro Hernández Brambila, Sergio Simpson Morando, Daniel Trolle, Bertoldo Reyes Campuzano, “Nayo” Torres, Arturo Aldana Paredes, Rodolfo Zamorano, José Barragán, Gustavo Torres, Andrés Sequeda Cazarín y Rodolfo Constantino entre otros. alodi_13@nullhotmail.com (continuará)