El Sínodo sobre la Familia celebrado en Roma el pasado mes de octubre, con la presencia de 183 obispos de todo el mundo, marca un antes y un después de la Iglesia Católica que ahora encabeza el Papa Francisco.
Los resultados del encuentro, preparatorio al que tendrá lugar en el 2015, ése sí con carácter resolutorio, supusieron un avance de enormes proporciones de la Iglesia que quiere insertarse en la modernidad respecto de la que desea, a toda costa, seguir viviendo en el pasado.
La agenda que se discutió en el Sínodo tenía dos temas claramente polémicos: la apertura de la Iglesia a los homosexuales, que implica el reconocimiento de la pareja, y el acceso de los divorciados a la eucaristía.
En intensos y largos debates, en un clima de diálogo, unos obispos argumentaron a favor del cambio de posición de la Iglesia y otros por dejar las cosas como están. El resultado final de la votación revela con exactitud cuál es el estado de la cuestión al interior de la jerarquía.
Los obispos de manera abierta votaron, uno por uno, cada párrafo de los 62 que integran el documento. La versión que se presentó a votación sobre los temas polémicos, a los que se ha hecho referencia, planteaba modificar la doctrina y la práctica de la Iglesia.
Las propuestas a favor del cambio tuvieron votación mayoritaria, pero no alcanzaron las dos terceras partes que se requerían, para aprobarse. Así, el párrafo 53, sobre permitir la comunión a los divorciados, obtuvo 112 votos a favor y 64 en contra. El párrafo 55, que plantea la acogida de los homosexuales y lesbianas, tuvo 118 votos a favor y 64 en contra.
Para lograr las dos terceras partes se necesitaban 122 votos. En el primer caso sólo faltaron 10 votos y en el segundo cuatro. Los sectores conservadores quedaron en clara desventaja y el resultado no deja de sorprender. Antes de iniciar el Sínodo todo indicaba que la mayoría de la jerarquía tenía una posición más atrasada, pero no fue así.
El sínodo resolutivo tendrá lugar en octubre del 2015 y en los próximos 12 meses es muy factible que se pueda construir la mayoría requerida, para sacar adelante las reformas propuestas que abrirían una nueva etapa en la doctrina de la Iglesia. Sería una victoria para el Papa Francisco, que lo colocaría en una mejor posición en el impulso de más cambios en la Iglesia.
Una buena parte de la prensa en el mundo, incluida la mexicana, no supo leer lo que ocurrió en el Sínodo. De manera equivocada sostuvieron el triunfo de los conservadores, cuando la noticia es el avance extraordinario de las posiciones más abiertas. La mayoría de los vaticanistas indican que es un gran logro de la iglesia que se haya abierto al debate sobre temas que por siglos han sido tabú y que la posición mayoritaria estuvo a favor del cambio de la doctrina.
Twitter: @RubenAguilar