El pasado lunes 17 de noviembre, el mandatario estatal Javier Duarte mediante un comunicado expresa… “en el estado de Veracruz se suspenden clases en todos los niveles del sistema educativo estatal, los días 18, 19, 20 y 21 de noviembre. Los Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014 son un evento único e irrepetible. Es la fiesta deportiva internacional más importante que los veracruzanos hemos tenido en toda nuestra historia. Aunado a la llegada del frente frío número 12 a nuestro territorio. La Secretaría de Educación de Veracruz establecerá la dinámica para la reposición de las clases, conforme a los lineamientos del propio sistema educativo estatal.”
Al transcurrir de los días, he leído y oído un sinfín de comentarios que avalan o se contraponen ante esta decisión de gobierno, es donde reconozco que lo más fácil ante una situación como tal, es opinar, escribir, pero refrendo que lo realmente difícil es hacer, actuar, ya no sólo proponer sino llevar a la práctica acciones que realmente transformen una realidad, realidad de la que claramente estamos decepcionados.
Entiendo que estamos saturados de tanta palabrería, de quejas y burlas que no modifican nuestra situación y sólo degeneran el ambiente, las redes sociales son un medio de expresión pero también un medio que satura la esperanza y trivializa lo que es realmente importante. Ya decía Aristóteles que en el justo medio esta la virtud. Es decir, todos los excesos son malos, tanto se habla de un tema que termina haciéndose irrelevante. En nuestro afán por opinar, por alzar la voz nos volvemos parte del ruido.
Emitir una opinión, escribir, publicar debe de ser un compromiso, con nuestra palabra, con nuestra opinión, debemos ser coherentes y hacer además de decir. No basta con estar molestos si no vamos a hacer nada. Y lo que hagamos debe ser para mejorar lo que tanto nos molesta, no para empeorarlo más. No hay una fórmula mágica que venga y arregle la realidad, sino que la realidad poco a poco la configuramos y nos configura es un proceso recíproco, individual y colectivo.
Veracruz, un estado con recursos naturales extraordinarios, con posibilidades de ser todo, seremos nada.
Todos estamos enojados, todos estamos inconformes, pero no sé qué es lo que estamos haciendo todos. Juzgándonos unos a otros, esperando que el otro ponga el ejemplo, haciendo lo que nos da la gana. Porque aquí, así son las cosas, cada quien cumple lo que le parece, entiende las leyes a su manera, y cree que con no meterse con nadie hace el bien.
El rezago educativo del estado, las defraudaciones y estancamientos por parte de la estructura gubernamental estatal, el alto índice de delincuencia, la creciente y laceradora diferencia social y económica, el abismo infinito entre veracruzanos, es culpa nuestra y de nuestra idiosincrasia infantil, que cree que “alguien” La Virgen de Guadalupe, un político honesto, Estados Unidos, o Mickey Mouse nos va a venir a resolver los problemas. No señores, lo que no hagamos por nosotros mismos nadie lo hará.
No hay un nosotros, no hay un estado, mucho menos identidad, porque no compartimos valores ni sentimientos, ni historias, cada quien tiene la suya. Somos una sociedad llena de buenas personas, estoy seguro que son más los buenos, que hay gente trabajadora, emprendedora, hay veracruzanos ejemplares y exitosos, pero somos hijos de nuestra época, una muestra ejemplar del individualismo. No señores, de nada sirve ser los mejores si no lo somos en conjunto.

Somos una sociedad que cree que con señalar y manifestarnos basta, o en el otro extremo que a balazos, mutilaciones y desapariciones se arregla todo, somos una sociedad descontentos de la clase política, por su falta de valores pero tampoco los promovemos, a la hora de la hora todos tenemos un precio. Somos una sociedad desgastada e indolente, decimos estar hartos pero no somos propositivos, la renuncia de un presidente no va arreglar el país, lo que puede formar precedente es la unión de la sociedad civil, como tal, como sociedad, el ser buenos unos con otros no sólo con los nuestros, no podemos pedir lo que no damos. No señores, nadie da lo que no tiene.
Veracruz y sus habitantes podrían ser un gran estado, un lugar ideal para vivir, trabajar y poder trascender, si actuáramos con sentido social más allá de la putrefacción política y nuestros intereses individuales; si como entidad fuéramos responsables de lo que somos, y no víctimas del sistema; si tuviéramos unión, valores comunes, si nos reconociéramos como hermanos mexicanos, en vez de como nacos y fresas y sus millones de variantes; si de verdad lucháramos por ser coherentes con lo que deseamos y la forma en que lo conseguimos; si en vez de exigir hasta el hastío aportáramos, si entendiéramos que Veracruz depende de todos nosotros y no solo de unos pocos.