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Cada fin de año sucede ésta terrible atrocidad. El linchamiento es multitudinario. Se cuentan por millares las personas que participan; hay familias enteras involucradas en el hecho.
La víctima espera en silencio; ya está preparado para el cruel acto; incluso fue sentenciado antes de nacer, desde que era una pequeña semillita que fue colocada en un pequeño recipiente llamado tubete y cuidada en un invernadero hasta que alcanzó la altura de 20 centímetros. En ese momento se decidió su suerte, lo trasplantaron a una bolsa de plástico y lo regresaron al invernadero por 3 años más, para cuidarlo y alimentarlo, dándole los nutrientes que necesitara para asegurarse que creciera más.
Pasados los 3 años fue llevado al campo, donde fue colocado junto con otros candidatos a la misma suerte; una distancia de 2 metros separando a cada uno de ellos.
Ahí los cuidaron y alimentaron durante 3 a 5 años más, hasta que alcanzaron la madurez y estatura requerida para la celebración. Un cuidado que no resultó fácil ni sencillo, ya que hubo de evitar que otros, ajenos al proyecto les quitaran el alimento, nutrientes y humedad. También evitar todo tipo de ataques de enfermedades y de plagas que afectaran su proceso de crecimiento; o los hongos que dañaran de manera agresiva su exterior.
Pero llegó el día marcado por su destino; su tamaño y aspecto eran los esperados; la sentencia dictada 6 años atrás se iba a cumplir; pronto vendrían los verdugos a ejecutarla.
Amaneció el día fatal; la gente fue llegando en grupos; se les veía emoción en el rostro; muchos ya sabían bien el proceso al que iban, otros preguntaban todo. Los padres de familia orgullosos indicaban a sus menores hijos la forma en que deberían de proceder a la ejecución.
Los 8 o 9 años de vida y de cuidados iban a quedar atrás; su destino estaba marcado; había que pagar con su vida para dar unos días de alegría a sus victimarios. En ese momento su belleza significó su peor atributo porque eso le representó ser elegido por un grupo; pronto lo rodearon observándolo por todos lados; un niño reclama la oportunidad de asestar el primer golpe; el padre lo tranquiliza y le asegura que también lo hará, pero primero él se asegurará de que el primer corte sea en el sitio correcto; pronto de una u otra manera cada uno procedió en contra de su vida y en medio de risas y emociones el crimen se consumó.
De inmediato un grupo de hombres lo tomó en sus brazos y lo acostó en una mesa, donde fue enredado con hilo y posteriormente colocado sobre un vehículo, donde fue trasladado a la siguiente escala de su martirio.
Como entender lo que sigue?, porque mientras uno agoniza sus victimarios disfrutan colocándole objetos de adorno, luces de muchos colores, tarjetas con leyendas alusivas al amor, a la alegría, a la paz; contrastando con el sentir de quien poco a poco va perdiendo la vida mientras quienes se la están quitando no parece importarles.
Vienen días de fiesta, regalos, comidas, abrazos y hasta llanto. El último momento importante del victimado, viene a ser cuando le son retiradas las cajas y paquetes envueltos de forma vistosa y decorados con moños de seda. La mirada de la familia va y viene; observan sin ver al objeto que días atrás captó su interés y sus miradas; hoy ya no cuenta. Y mañana pasará a ser un estorbo del cual hay que deshacerse cuanto antes.
Algunos todavía se atreven a arrojar el objeto a la calle en calidad de basura; sin el menor recuerdo de la felicidad de los días pasados. Al quite tienen que entrar los programas gubernamentales que se hacen cargo del desecho el cual será triturado y transformado en composta.
El crimen de temporada está “justificado” en la tradición; algunos hasta le atribuyen el símbolo de “paz, esperanza y armonía” que contrasta lo que hacen con lo que dicen representar. No hay reflexión de actos; no hay el mínimo sentido de responsabilidad con lo que ese crimen ocioso representa no sólo en pérdida de un árbol que proporciona tantos beneficios a la naturaleza, sino también la necesidad urgente de esos beneficios, que se traducen en clima, agua, cultivos, alimentos, etc..
Si hay que aferrarse a seguir con tradiciones, entonces debieran usar sustitutos artificiales que sirvan para lo mismo pero que no signifiquen el atroz crimen contra la naturaleza; y si se quiere usar pinos naturales, porqué cortarlos?? Podrían usarse en su misma base natural y posteriormente ser devueltos para reforestar importantes zonas donde ya estamos sufriendo por el cambio climático y por la escases de agua. Así nadie pierde y todos ganamos.
Seguir como vamos significa que quedarán completamente perdidos 8 o 10 años de cuidados de un árbol, destruidos en 20 días de tradición. Porka miseria.