Acaba de aparecer la temprana autobiografía de Jorge G. Castañeda (1953), Amarres perros, Alfaguara, 2014. Es un libro inteligente, interesante y bien escrito. La figura de Jorge es controvertida y provoca siempre reacciones encontradas. El libro no va a pasar desapercibido y va a generar polémica.
Jorge en su narración establece una dialéctica permanente entre su carácter de protagonista, para inmediatamente después situarse como testigo de lo que ocurre. Su biografía, su historia personal, le permite abordar la historia más amplia de la que es parte y en la que, de una u otra forma, está inmerso.
En el análisis de los acontecimientos presenta información inédita que ofrece claves desconocidas para tratar de entender lo que sucede. De los hechos y de los personajes que intervienen en ellos realiza una crítica aguda y bien argumentada. Se puede o no coincidir con ella, pero él ofrece su versión y se compromete con ella.
La autobiografía da cuenta de un Jorge desconocido, que es el de la infancia y juventud. Describe la relación con sus padres y expresa de manera abierta la admiración y cariño que les tiene. Habla de la relación con sus hermanos Andrés y Marina y con los amigos del barrio de Actipan, que todavía frecuenta.
Narra sus años de formación en las universidades de Princeton y París. El Jorge compañero y padre, de su relación con Javiera y Carlos, los hijos de Miriam, que adopta como suyos, y con Andrés, el hijo de ambos. Estos primeros capítulos me sorprendieron por la franqueza y elegancia con la que da cuenta de su vida más íntima, que tiene el tono de una confesión personal.
Los sucesos con los que Jorge ha estado relacionado llaman la atención por su diversidad y dimensión. Van de su militancia en el Partido Comunista Francés y Mexicano, su actividad como profesor, la relación con la guerrilla Centroamericana y Cuba, la campaña de Vicente Fox, a ser secretario de Relaciones Exteriores y candidato a la Presidencia de la República.
A Jorge sus actividades académicas y políticas le han permitido interactuar con una gran cantidad de personajes en México y en el mundo. De algunos de ellos hace retratos personales como los de Regis Debray, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Colin Powell, Elba Esther Gordillo y sobre todo, de Adolfo Aguilar Zinser, que es especialmente interesante.
En el recuento de su historia es autocrítico y en más de una ocasión acepta haberse equivocado. Plantea con honradez que la decisión que tomó en tal o cual caso pudo haber sido otra o fue errónea y asume las consecuencias de las mismas. La autobiografía no es historia e implica una versión personal, filtrada por la memoria, de la que se ha vivido. Aquí está siempre su virtud y límite.
En la narración de Jorge hay una intencionada ascesis de la palabra que la hace concisa y resulta muy ágil a pesar de la gran cantidad de información que se ofrece. El texto es claro, directo y tiene fuerza. El tono es fresco y coloquial, propio de una autobiografía, que resulta muy atractivo y hace que se lea con interés y gusto. El libro es muy interesante y, pienso, es el mejor de los que Jorge ha escrito. Se los recomiendo.