El drama que vivieron nuestros conciudadanos del sur de Veracruz durante el mes pasado no debe repetirse. ¿Imagina Usted qué haría en su hogar, sin agua durante 25 días? ¿El baño, los trastes, el aseo personal? ¿En verdad estamos preparados para una contingencia de esta magnitud?

Buscar culpables es lo más fácil. Lo complejo es encontrar soluciones de largo aliento y evitar que en lo sucesivo miles de familias se vean en una situación similar.

Recuerdo que de niña visitaba a la familia en Coatzacoalcos (entonces se llamaba Puerto México y antes Villa del Espíritu Santo). Era común que en los hogares hubiera pozos artesianos, y mediante bombas manuales extraíamos el agua que íbamos a utilizar.

De ahí que no suene descabellada la propuesta del diputado Ciro Gonzalo Félix Porras, quien representa al Distrito de Minatitlán (uno de los municipios afectados), de impulsar la sana costumbre de tener pozos artesianos en casa. Claro, en forma ordenada y coordinada por las instancias correspondientes.

Dice el legislador: “Se requiere de acciones conjuntas para concretar la intención de construir más pozos. Algunas viviendas cuentan con pozo y se debe actuar para que en caso de presentarse otra situación de esa magnitud, exista menor número de vecinos y negocios afectados”.

Es bueno saber que el pasado aún es importante, sobre todo en estas lides que los paisanos han vivido. No hace falta estar ahí para imaginarlo, porque nuestra sociedad no sabe, no está preparada para distintas contingencias.

Y es que según el propio Legislador, este tipo de situaciones son recurrentes en los municipios sureños. No niega la importancia social de quienes dejan sin agua a los habitantes, pero cuestiona el por qué deben ser inocentes los que paguen “los platos rotos”.

De cualquier forma, todas y todos debemos estar preparados para situaciones similares. No sólo porque el agua que nos llega a las ciudades provenga de otras latitudes, sino porque cada día es más compleja su obtención.

Sintomático es el caso de la capital del estado, cuya toponimia es “manantial en la arena”, y desde hace varios años sufrimos temporadas de estiaje.

Es momento de reflexionar sobre lo que hacemos con nuestro entorno. Quizá debemos empezar a educarnos en la cultura de la prevención. Desde hace muchos años nuestro país y nuestro estado no han sufrido conflagraciones de ningún tipo. La riqueza natural nos hace confiados. De niña bastaba estirar la mano y cortar el fruto del árbol. Hoy, eso casi es imposible.

Lo que pasó en el sur del estado es sólo una advertencia de lo que nos puede pasar. Algo así como en las películas de los años ochenta, en que conseguir combustible o agua era motivo de guerras. Ojalá no lleguemos a eso.

Por hoy es todo. Le deseo un excelente inicio de semana y nos leemos en la próxima entrega.