Muchos días contemplo un grupo de plantas y flores que ornamentan el cuarto de lectura de mi hogar; desde el asiento que se ubica frente al escritorio observo, con deleite, el jardín que se desarrolla enganchado a la pared. No resulta extraño escuchar los inolvidables trinos de bellos pájaros que alimentan el espíritu cuando los atardeceres inician a lucirse, sus cantos se dispersan por el modesto espacio, cuando sus colores penetran y se perpetúan en el alma humana.
Las verdes crías vegetales se aferran con hermosa fuerza a las paredes y se desarrollan de tal manera que enamoran a la palma que con sincero esparcimiento cobija a sus compañeras para seguir junto a ellas con el cuidado que le reclaman cada instante, porque saben que las orquídeas dan a conocer sus luces, junto con los perfumes únicos que derraman en el entorno que las admira; sus flores son escasas pero llaman con su belleza a las plantas lucidoras por su sencillez y hojas unidas en cada tallo.
Las rosas despliegan su armonía y sus matices animan al cariño y a las experiencias porque cada una de ellas emite el conocimiento hacia las demás, cada flor vive la influencia de las otras y exige el calor, la consonancia y el pretexto que siempre alcanza en la pareja buscada.
Los capotes cambian de tono y viven poco, la razón es que su siembra de ornato se inventa y la estructura jamás mueve el calendario, cada ejemplar no protesta ni desdice, sino deja de vivir para alcanzar el respeto natural que cobra cuando vivifica su prestancia. Los capotes inspiran a los sembradores, pero éstos no los entienden hasta que los observan irse de los plantíos que disfrutan; mueren desesperados.
Sé que se están detallando algunas figuras secundarias, porque la principal está acostumbrada a ser la más deslumbrante y llamativa, sus tonalidades son inimitables y dan vida a los ámbitos; en momentos propios, la bugambilia habla por sí misma y nos dice en abierto, mis flores han curado a muchos humanos y a otros los han hecho fuertes y felices, sus razones tienen y en todo momento son inolvidables.
Hace unos días vi una bugambilia y me di cuenta que le habían quitado las flores, sus ramas estaban vacías y las espinas brotaban sin esperanza; fue entonces cuando me dediqué a observar. En los días siguientes las flores empezaron a saludar a los diversos climas y su belleza volvió a conquistar a los humanos, porque cada rama comenzó a cubrirse y nos dijeron que el perfume y la belleza saludaban a la atmósfera. Decenas se mostraron cubriendo las ramas, lo único que se admiraba era cada flor porque su color bellísimo hacía recordar la bugambilia para solicitarle a cada una que estuviera presente el momento en que lo exigía la naturaleza.
La hermosa bugambilia inspira a los humanos en sus variados contenidos, porque la salud es su presencia, pero la belleza está en el ramo que cautiva a la enamorada humanidad.
La planta que hoy evoco es particular, aunque pudiera confundirla con otras que se encuentran en el mismo lugar, como la piñanona o el anturio y también compararla con la cuna de Moisés.
Tengo que reconocer que las orquídeas, en cada una de sus especies, son muy bellas y las palmeras de hogar igualmente refrescan los ambientes, los helechos y las mandarinas, así como las matas de café, enriquecen los escenarios de los hogares.
Es por ello que para el año 2015 quiero pensar privilegiadamente en la bugambilia para la paz, la tranquilidad, el desarrollo y el progreso de cada familia.
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