Es evidente que existe una disputa entre el Papa y los integrantes de la curia romana en torno a ¿cómo tiene que dirigirse a la Iglesia?, ¿cuáles son las formas que deben imperar en el Vaticano?, ¿cuál es el papel de la jerarquía, en particular de la curia?, y más de fondo ¿cómo hay que entender el ministerio sacerdotal y el Evangelio?.
En el mensaje de Navidad el pasado 22 de diciembre, el Papa, de manera intencional, después de afianzarse en su cargo, consideró que podía elevar el tono de su disputa con los integrantes del anquilosado aparato de la curia, que por siglos ha mantenido el control de la Iglesia y ahora temen perderlo.
El papa mencionó 15 “enfermedades” que acechan a los integrantes de la curia. Las primeras siete son: 1) sentirse inmortales, inmunes e indispensables; 2) trabajo excesivo, sin pensar; 3) endurecimiento mental y espiritual, ya que “una curia que no se autocritica, que no se pone al día, que no busca mejorar, es un cuerpo enfermo”; 4) abuso de la planificación y la funcionalidad; 5) deficiente trabajo en equipo; 6) “Alzheimer espiritual de quienes han perdido la memoria de su encuentro con el Señor y dependen sólo de sus propias pasiones, caprichos y manías y construyen a su alrededor muros y costumbres”; 7) la rivalidad y la vanagloria.
Las otras ocho: 8) la “esquizofrenia asistencial” de quienes “se crean un mundo paralelo y viven una vida escondida y a menudo disoluta”; 9) el chisme que transforma la persona en “sembradora de cizaña”; 10) adular y divinizar a los jefes; 11) “indiferencia hacia los otros, que es cuando cada uno piensa en sí mismo y pierde el calor de las relaciones humanas”; 12) ser hombres tristes cuando el religioso debe ser “una persona alegre, que transmite alegría”; 13) acumular bienes materiales y riqueza; 14) actuar en círculos cerrados que favorecen a los amigos; 15) transformar el servicio en poder y éste en mercancía, que deriva en “la patología del poder”.
El Papa en su intervención dijo a los asistentes que pretendía que sus palabras “provocaran atención y arrepentimiento”. A las personas que laboran en el Vaticano les pidió perdón “por las faltas mías y de mis colaboradores, y también por algunos escándalos que hacen tanto mal”. El mensaje del papa sólo se puede entender como parte de su proyecto de transformar a la iglesia y para eso es necesario, es condición sine qua non, cambiar de manera radical a la curia romana.
Periodistas que estuvieron presentes cuando el papa dijo este mensaje, destinado a convertirse en histórico, registran que fue recibido con frialdad por los integrantes de la curia y que muy pocos aplaudieron. El papa sabe con precisión el estado que guarda la curia romana y también cuál es su correlación de fuerza. Todo indica que se siente fuerte y ha decidido dar un paso más en su proyecto de cambio. ¿Habrá reacción de los integrantes de la curia? Pronto lo sabremos.
Twitter: @RubenAguilar