Las dualidades funestas.

La obra cuentística de Edmundo Valadés podría ser tachada de negativa, pesimista, inmoral e incluso antipedagógica. La realidad es que todos los cuentos de Valadés solo reflejan parte de la condición humana, y la principal función de la literatura es describir esa realidad. Por eso en el segundo libro de cuentos titulado Las dualidades funestas el cual se publicó en el año de 1966, Valadés transcribió la siguiente reflexión de Mario Vargas Llosa, que nos ayudará a comprender de manera más clara parte de la función de la literatura:
“…Pero quienes lo condenan afirmando que la literatura debe ser edificante y ejemplar, se equivocan, pues la literatura nada tiene que ver con la pedagogía. Ella es un reflejo de la realidad y sus límites son los de la realidad que no tiene límites.”
La realidad antes mencionada está en la obra de Valadés. La vida sencilla, rutinaria, ordinaria, la encontrará en la lectura de los cuentos que integran el libro Las dualidades funestas, los cuales son: “Rock”, “Los dos”, “El compa”, “El verdugo”, “El cuchillo”, “La cortapisa”, “La incrédula”.
En este libro de cuentos es recurrente encontrar temas que abordan la pasión, el erotismo, el deseo, la sensualidad, el machismo, la cobardía, el vandalismo, la venganza, el concepto de amistad, los celos, etc. y por supuesto que escribir esas realidades como crítica social no siempre serán bien recibidas. Es importante aclarar, que no todos los cuentos tienen el objetivo de juzgar una conducta, hay cuentos que buscan enseñarnos a comprender que el enorme deseo y necesidad sexual que todos tenemos, es tan natural y no tendría que ser visto como una perversión, ejemplo de esto es el cuento “La cortapisa”.
Un aspecto interesante de los cuentos que integran Las dualidades funestas es la sencillez con la que son tratados los temas, verbigracia es el cuento “El compa”, en el cual nos encontramos con un personaje primero obsesionado y después completamente enamorado de la Bicha. Él, le prometía amor eterno, ella si bien le agradaba la idea de irse a vivir con su enamorado, tenía la clásica duda que solo la quisiera para el “acostón”.
En el contexto en que el personaje enamorado se desvivía por conseguir el sí de la Bicha, el compa con el que siempre convivía en las borracheras y en las cantinas acompañados de mujeres, empezaba a notar que su compa lo estaba abandonando por la Bicha, un día habían quedado de ir a beber al Agua Azul con unas nuevas mujeres y sucedió lo siguiente:
“Ni modo. Dejó de nuevo al compa, tragándose el sentimiento. La Bicha lo esperaba para irse de bailada. Ella estaba respirando muy fuerte, diciendo que si a todo, a sus ganas desbocadas de irla apretando más y más entre paso y paso de Nereidas. Hasta sentir debilitar su vergüenza, poco a poco. Luego se la acomodo muy bien, toda apretadita, sin disimular la calentura. -¿Nos vamos por ay? Ella nomás se le repegó, muy calladita, y él se sintió a todo dar, muy dueño de todo, capaz de cualquier cosa.
Ya vas, pensó. Y luego luego se la llevó por ay. Caminaron en la noche, sin atender más que a sus ganas, escabullendo borrachos, a los vendedores, a las mujeres pintarrajeadas que pasaban casi entre ellos, sin que los inquietara este o aquel policía que se les quedaba viendo.
Ya sus manos la iban hurgando ávidamente, como si ambos fueran los únicos en pasar por esa calles y no existiera sino su deseo y como si todos los demás, la ciudad entera, hubiera sido hecha para que ellos se acostaran donde mejor les pareciera. Llegaron a la puerta del hotel, discreta, tentadora. -¿Dónde me llevas? –Aquí nomás linda, a estar solitos tú y yo. -¿No te digo que llevas mucha prisa? Hoy no. –Ándale, Vidita, si al cabo nos queremos bien. –Pero un ratito nomás y sólo para platicar.”
Estimado lector, como podrá imaginarse ¡entraron al motel solo para platicar!, pasaron los días y la Bicha ya vivía en un cuarto con su enamorado. Él, ¡como todo gran caballero! le presumía mucho a su compa lo buena que estaba: “-Bueno ya me enredé con la Bicha. Le puse su cuarto. Un día te vas a comer con nosotros. El compa no dijo nada pero bien que se le notaba la molestia. A ver cómo te sale la muchacha. Ya ves cómo son las viejas de aprovechadas. No la vayas a regar por todos lados. Le habría explicado que con ella todo era pura vida, mejor que con las del Agua Azul. ¡Qué agarrones! Como para estarse encima de ella a todas horas.”
Entre más pasaban los días mayor era la felicidad de los enamorados, pero más grande era todavía la infelicidad del compa, este pensaba que ella era una mujer que no merecía ser tratada con tanto amor, los motivos del compa no son muy claros, tal vez, eran celos de amistad, compañerismo, envidia, algún rechazo de la Bicha, la verdad es que no lo sé. Lo que sí se puede comprender en el cuento es esa naturaleza desviada, perversa, sucia, machista, egoísta, porque el compa le dijo al enamorado que él había visto a la Bicha con otro, siendo esto una mentira, y como era muy su amigo estaba obligado a decírselo, se emborracharon y bueno, el final lo podrá leer Usted, pero le anticipo que es un final trágico.
Es parte de la narrativa de Edmundo Valadés, un cuentista original, diferente, quien en el libro La muerte tiene permiso nos describió la realidad de la vida rural, y en Las dualidades funestas nos presenta la vida de la ciudad con todas sus grandezas y miserias, teniendo el único propósito de enseñarnos a no convertirnos en “El Verdugo” o “El compa.”
Correo electrónico: miguel_naranjo@nullhotmail.com