A días de haber iniciado este año civil, creo conveniente aún en el meditar sobre cómo podemos modificar nuestro comportamiento para involucrarnos activamente, dentro de nuestras posibilidades e influenciar positivamente en los acontecimientos y retos que se avecinan para nuestro país, estado y ciudad. Cada quien desde su barricada puede colaborar para hacer un poco más consecuente nuestra existencia pasajera por este mundo.
No trato de crear ilusiones engañosas y/o falsas esperanzas, sino más bien de cosas concretas y realizables que se traduzcan en prosperidad de la sociedad. El camino es muy difícil, está lleno de obstáculos y duro de enderezar, pero con disciplina, ahínco, tenacidad y claridad de propósito podemos moldear, para bien, el mundo que nos rodea del cual somos copartícipes responsables. Los milagros raramente suceden pero con perseverancia podemos, gradualmente, mejorar nuestro entorno individual, familiar y de nuestro país.
Los sucesos buenos parecen quedar en la oscuridad, no causan el impacto positivo que deberían producir: el ejemplo que deberíamos de emular, la expectativa que deberíamos de albergar para la creación de ese ambiente y entorno tan necesario que nos catapulte a hacer el bien y a crear esa esperanza que nos contagie y que es tan necesaria para avanzar como humanidad, con solidaridad e integridad.
Una muestra cercana de los buenos sucesos y que como mexicanos debemos sentirnos orgullosos es la integración del arduo trabajo de 15 años de (padres de familia, docentes, alumnos, autoridades educativas y amistades) de los Delfines Marching Band de la Escuela Secundaria General #5 de esta ciudad de Xalapa; que el pasado 1º de enero realizó su 3era presentación en el Desfile de las Rosas en Pasadena, California. El presenciar estos logros y los que se avecinan no son fortuitos, o del azar. Los docentes, alumnos y padres de familia aportan su mayor esfuerzo, dedicación y tiempo. El mantener este vínculo tripartito, se crea un clima que permite una conducta responsable y de compromiso.
Los que se dediquen a la actividad musical, entenderán y sabrán que es bastante sacrificada. Conseguir ser reconocido en el mundo de la música requiere bastante sacrificio: horas y horas de estudio (con lo que conlleva estar tocando su instrumento casi todo el día repitiendo las mismas piezas hasta la saciedad), dinero para comprar un buen instrumento, para acondicionar su vivienda, para pagar cursos, continuos viajes al extranjero ya sea para dar o ver conciertos, y porque no, hasta el truene con su pareja sentimental, en definitiva, amerita una dedicación que no todos llegamos a dimensionar. La vida de un músico, gira en torno a ésta y cuya profesión no está del todo valorada en nuestro país por desgracia. No quiero decir con esto que otras profesiones no conlleven esfuerzo, pero son más reconocidas por nuestra sociedad.
Así como lo redacté en el artículo “DMB, ORGULLO XALAPEÑO” culmino expresando: que “Delfines Marching Band” es un semillero de grandes artistas. Xalapa, sigue estando a la vanguardia de la expresión artística y cultural del país y es una de las ciudades más atractivas de esta nación y referente obligado cuando de arte y cultura se trata. ¡Enhorabuena!