A través de los años muchos ven los triunfos de candidatos que aparentemente nada tenían para ganar en unas elecciones como inexplicables, sean a nivel de país o simplemente contiendas municipales, estatales o de tipo federal, como las que tenemos en puerta este 2015. Así sucedió con Barack Hussein Obama en los Estados Unidos de Norteamérica; primero para ganarle la nominación del Partido Demócrata en contra de la dinámica política Hillary Diane Rodham Clinton y posteriormente en la elección para presidente del país más poderoso del mundo contra el candidato republicano John McCain y posteriormente en su reelección contra Mitt Romney. Lo mismo sucedió con el virtual presidente electo de Panamá, Juan Carlos Varela, quien gobernará a partir de primero de julio próximo sin mayoría en el Parlamento, lo cual lo obligará a lograr consensos con otras fuerzas incluso con la de su rival Ricardo Martinelli. Similar situación y sorpresiva la del presidente electo de Costa Rica, Luis Guillermo Solís Rivera, que ninguna encuesta lo ubicó antes de la primera vuelta electoral de febrero siquiera en segundo lugar y resulta que acabó con más votos que todos, convertido entonces sí en favorito contra el desgastado oficialista Johnny Araya. Esto nos da idea que los auténticos asesores tienen actualmente mucho que ver, los que deben analizar la situación imperante en el país y el descontento con el partido en el poder, los aliados de la gente opresora y la imagen deteriorada de los candidatos. Todo lo anterior puede ser canalizado por un equipo inteligente de asesores, que utilicen tal cuestión en su favor, lo que muchos llaman: La psicología política. ¿Pero qué es la Psicología política? Es conocida como una disciplina científica que estudia la vida política focalizando sobre los procesos mentales del elector. Ilumina las zonas del cerebro activadas por los mensajes políticos y las campañas electorales. Estudia, experimenta, analiza, investiga, formula hipótesis, vuelve a experimentar, observa, saca conclusiones, vuelve a observar. La psicología política produce, y produce mucho. Sin embargo, la inmensa mayoría de los dirigentes políticos desconoce completamente que en la psicología política pueden estar las respuestas para las preguntas que surgen en cada campaña electoral. Por otra parte, las campañas electorales se suceden en todo el mundo sin solución de continuidad. Siempre hay campañas en marcha. Y los políticos, los publicistas, los consultores, los periodistas y los estrategas también producen y aportan mucho. Pero la inmensa mayoría de quienes saben de psicología política se quedan en sus ámbitos académicos y no salen a la arena electoral. ¿Cómo podemos percibirla o aplicarla? Si el cerebro humano es el campo de batalla de toda campaña electoral, entonces aplicar los conocimientos de la psicología política pasa a ser un elemento estratégico en la definición de la elección. En la antigua Grecia, hace alrededor de 2500 años, surgieron las primeras reflexiones acerca de la Psicología. Aquellos griegos curiosos ya comenzaron a observar y analizar el comportamiento humano, las conductas, los sentimientos, el razonamiento, las emociones, las relaciones sociales, las fantasías, la voluntad. Uno de aquellos filósofos, Aristóteles, fue de los que más avanzó en el estudio de esta zona del conocimiento. Aristóteles, quien definía al ser humano como un «animal político». Político venía de «polis», en referencia a la ciudad. El hombre, entonces, era esa especie animal que se ocupa de los asuntos colectivos de la ciudad en la que vive. Por ello muchas de las cosas que se suscitan tienen una explicación. En el caso particular de nuestra ciudad capital en la elección anterior para la diputación federal, un medio de comunicación, desprestigiado en su editorial y línea periodística; por ser oficialista centró su ataque contra el candidato perredista, lo que le sirvió para atraer el descontento general y triunfó de calle, casi con el 50% del electorado. Hoy las condiciones posiblemente sean similares, depende el cuidado que tengan los partidos políticos para elegir a sus candidatos; pues no sólo competirán contra los partidos de siempre; sino que tendrán la prueba de nuevos organismos políticos y la figura de candidatos ciudadanos, que posiblemente capten el descontento actual contra la situación angustiante donde nos han conducido las políticas erróneas de los actuales gobernantes. Crisis que padecemos el 95% de los mexicanos y que han decidido potencialmente cambiar con el sufragio. Al conocer a los candidatos de cada partido, se tendrá una panorámica más real de lo que podemos esperar en las elecciones que se avecinan ¡Estamos! alodi_13@nullhotmail.com