Me encontré a Alfredo Ferrari Saavedra en la puerta del Comité Directivo Estatal del PRI el pasado jueves. Estaba feliz, contento. Me decía: “A mí me gusta estar aquí, saludando a la gente, recibiendo a los precandidatos… ¿qué estaría haciendo allá, sentado? (señala hacia el auditorio Jesús Reyes Heroles) ¡Nada! ¡Y no te hubiera saludado!”
Se acercan a él señoras, jóvenes, hombres de sombrero, de gorra, y a todos los saluda; se da tiempo para atenderlos, platicar con ellos; contesta llamadas telefónicas; regresa y me dice: “¿Cómo ves? ¡Es una fiesta! ¡Esto es el PRI!”
II
“Je ne suis Charlie”, es lo primero que me viene a la mente cuando veo las fotos, el gesto, el ademán.
Me refiero a Carlos Brito Gómez (¿Tú también, Brito?) contra un niño que vende dulces, chicles, ¡no sé! la actitud de Carlos Brito ofende, como igual ofendió en un principio la cachetada del Gobernador de Chiapas a su asistente.
Si no las vio, las cito en breve en tres pasos:
1.- Una mirada de reojo, de desagrado, hacia un niño vendedor que se acerca al presidium del PRI.
2.- Una expresión, al parecer verbal, hacia el niño con el mismo gesto agresivo.
3.- El movimiento del brazo izquierdo señalando hacia la puerta implica que lo está corriendo.
¿Qué pedo con Carlos? Sí, ya no “Don” Carlos porque el vocablo de distinción, de respeto o hasta de distinción social simplemente lo pierde con esa actitud.
III
La actitud de Alfredo Ferrari Saavedra contrasta con la de Carlos Brito, a quien algunos priistas han tratado de hacer como un santón del priismo cuando lo mejor que podría hacer el sujeto (sí, tampoco “Señor”) sería ir a cuidar a sus nietos y eso, bajo el riesgo de que igual les haga una grosería.
Y no se espera que Carlos salga en una foto comprándole chicles a los niños vendedores tipo Manuel Velasco Coello recibiendo una cachetada ridícula por parte de su asistente. Ofrecer una disculpa vía boletín de prensa tampoco soluciona nada.
Pero la actitud de Carlos habla por sí sola… es claro que es un hombre que no sabe de la sencillez y de la humildad de un pueblo que durante muchos años le ha dado la oportunidad de vivir del presupuesto. ¿Se imagina cuánto hubiera hecho Carlos si le compra un paquete de chicles al niño? ¿O todo? ¿Se imagina esa foto? ¿Un saludo a la cabeza mientras le dice “Quédate con el cambio”?
Carlos ha sido rebasado no sólo por los tiempos y la política, sino por la soberbia… por eso cuando veo a un Alfredo Ferrari Saavedra feliz, disfrutando esa fiesta priista entre música, porras y cantos me queda una cosa clara: Si la moda era “Je ne suis Charlie”, bien podría caber en el edificio de Ruiz Cortines esquina Francisco Moreno la siguiente frase: “PRI n’est pas Charlie”, si no me falla mi francés.
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