Sucede a menudo: nuestro interlocutor detiene la charla, voltea a ver hacia un lado y otro, baja la voz, se acerca con la buena intención de que nadie más escuche y nos suelta la frase que se ha vuelto recurrente y estaría en el top ten, si hubiera un concurso nacional de frases de moda:
—Me pidió Javier que hablara contigo…
El que lo dice puede ser:
1. Un funcionario de medio, un tercio o un cuarto de pelo.
2. Un priista reconcentrado, líder sempiterno de un conglomerado de votantes más iluso que el precio del petróleo, cuya especie resurge como el ave fénix cada que hay elecciones.
3. Un operador político (nunca he entendido bien a bien qué es lo que realmente hacen estos ejemplares de la fauna veracruzana, además de andar sableando a quien se deja con una invitación a desayunar, a comer, a cenar, o con un préstamo en efectivo que nunca pagarán o con una solicitud de ayuda para que en alguna oficina aceleren un trámite, obvien un documento que falta, contraten a un desesperado, etc.).
—Me pidió Javier… —y cuando dicen el nombre elevan la vista al cielo y hacen una especie de genuflexión con los ojos y la parte superior del tronco, incluido el cuello.
Obviamente el apellido nunca se dice, así que uno puede conjeturar que se trata de Javier Aguirre o Javier El Chicharito Hernández, si es fanático del futbol; de Javier López Chabelo, si al igual que este personaje seguimos dejando que perviva el niño que vive dentro de nosotros; de Javier Alatorre o Javier Moranchel, si prefiere las emisiones noticiosas de TV Azteca; de Javier Bardem, si es cinéfilo.
Un fanático de la onomástica podría abstraerse de la plática y recordar que Javier es un nombre de origen vasco que significa “casa nueva” o “castillo”.
Por el contrario, un enamorado de la literatura tendría que darle varias vueltas para encontrar un Javier escritor famoso, y daría cuando mucho con Javier Marías, un narrador español no muy bueno, y con el poeta Javier Sicilia, ese sí muy bueno, pero más conocido por su activismo social.
Ah, pero si le apasiona el rock, seguramente traerá a la mente a Javier Bátiz, de quien nos acabamos de enterar que estará en la Cumbre Tajín en compañía de Carlos Santana, quien fue su discípulo, ni más ni menos.
¿Qué otro Javier? ¿Qué otro…? Ah sí, el periodista Javier Solórzano, el conductor Javier Alarcón, los panistas Javier Corral y Javier Lozano, ummm… ¿Quién más? ¿Quién…?
La verdad es que se tiene que hacer un prodigio de la imaginación para dar con la persona exacta a la que se refieren, cuando alguno de esos oficiosos que tanto abundan detiene la charla, voltea a un lado y otro, se acerca a tu oreja, baja la voz y te dice la frase de moda:
—Me pidió Javier que hablara contigo…
Y el real, el verdadero Javier, ¡ni enterado!
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