¿Y tú qué vas a hacer este catorce de febrero? Me pregunta mi hija la Lady de los Exámenes Extraordinarios, quien lloró por todos los rincones de la casa y se arrastró como gusanito rogando clemencia de su tiránico padre quien la castigó por no haber pasado sus exámenes en temporada regular. Pues nada, le contesto con singular indiferencia, ya sabes que esos eventos mercadotécnicos no son lo mío.

Lo mío lo mío lo mío, es permanecer haciendo panza en mi camota, obeseando y ese día tan pocamente especial, regodearme viendo la televisión abrazando a mi melocotón. Méngache que aquí está su osezno.

Es un día bastante feo, en el que ejércitos de prietitos salen a decirle al mundo que el amor no conoce de limitaciones físicas. Apenas hoy en plena calle vi a una jovencita poseedora de la belleza indómita que da la juventud, untándosele a un totonaco prieto, pelos parados, bozo en cierne, mezclilla, zapato tenis y, coronando el cuadro, en camiseta de ropa interior mostrando el peluche de la axila. Él se dejaba querer y, con la mirada altiva perdida en el horizonte, el Clark Gable de la Avenida Xalapa se cuestionaba por qué Dios lo había hecho tan irresistible. Ante tan tierna escena me dieron ganas de bajarme del auto y felicitar a la chicuela: Señorita, permítame felicitarla ¡qué paquetazo se llevó!

En mis dilatadas experiencias juveniles comprendí que la justicia no aplica en el amor y que los que éramos buenos muchachos no nos quedábamos con las muchachas más buenas (como debía ser), sino que éstas eran atraídas ineluctablemente por gandules y pelafustanes. Por eso es que miles de jovencitos serán enviados a la zona de amigos este catorce o serán olímpicamente bateados en sus aspiraciones de procreación… porque son buenos muchachos, sin importar los cientos de pesos que se gasten en los arreglos con palomitas de maíz engarzadas, jabones Venus recortados en forma de corazón, serenatas con la música del teléfono celular, paquetes enteros de chocolates Bocadín, y todos los detalles que mostramos los héroes cuando le queremos decir al ser querido You are the best one.

Con el paso del tiempo he aprendido que el mejor detalle que se puede dar es mirar fijamente a los ojos a la pareja y decirle con toda la sinceridad del mundo cuánto se le ama. Aprendí que compartir un helado de doble bola de amantecado y cajeta es celestial si lo compartes con un ser divino. Aprendí que el sonido de las hojas crujiendo bajo nuestros pies es un recuerdo más hermoso que una tonta película perdida en la cartelera. Aprendí que un churro copeteado de sencillez es insuperable si los enamorados se toman de la mano y observan en completa tranquilidad y sosiego cómo el sol se oculta en el horizonte. Aprendí a querer sin cortapisas y sin atarme al calendario.

No estoy peleado con esta fecha, cada quien demuestra su amor y amistad de la forma más idónea. ¡Vayan pues, criaturitas del señor! Enorgullezcan a la raza de bronce y hagan lo necesario para diseminar la especie (somos poquitos todavía), que el mundo está ávido de más aztecas. Compre flores para la novia. Chocolates para el ser amado. O haga lo que yo, que no haré nada, pero abrace a su melocotoncito y dígale ¿Quenlaquele? ¡Méngache pacá!

Cualquier comentario de esta columna sin flores, favor de enviarlo a atticusslicona@nullgmail.com, puede seguirme en twitter en @atticuss1910 y si gusta leer mi blog en atticusslicona.wix.com/atticuss