Por Ramón Durón Ruiz

La Dra. Elisabeth Kübler-Ross, sabiamente afirmó: “Morir, significa simplemente, mudarse a una casa más bella”
La muerte, confirma la temporalidad de la materia al llevarse consigo la carne, a la par hace que brote, lo que los griegos llamaban, la inmortalidad del alma, es decir el inicio de una vida luminosa y nueva.
Mientras los animales, –que vibran con su sentido de vida– sienten la proximidad de la muerte, el ser humano le rehuye, le teme, evade tomar conciencia de su cercanía.
“La muerte se proyecta como una experiencia en torno al concepto de la cultura en que se da”. En la nuestra, la muerte es un tabú.
En general omitimos hablar sobre el tema de la muerte, muchas veces pareciese de mal gusto tocarlo. En la sociedad moderna el sexo dejó de ser tabú, ahora se socializa el tema en los medios, se da educción sexual en las escuelas, y si tabú es lo que no se habla, entonces la muerte es el último tabú.
Tabú, que es a la vez paradigmático, pues en ocasiones cuando el enfermo agoniza lentamente, se solicita que llegue lo más rápido posible, para que quien esta en agonía, deje se sufrir, pero también para acabar con el dolor que siente la familia, que lo acompaña en el lecho de dolor.
“La MUERTE llega acompañada de tres prodigios: 1.- El de la pérdida de la carne; 2.- El de la liberación del alma; 3.- Un re constructo mental con la herencia moral-espiritual del fallecido.
El miedo a la muerte es multifactorial: por el miedo al dolor físico, a una agonía prolongada, el miedo al más allá, al vacío, a la podredumbre de la carne, etc.
Sorprendentemente, hay pueblos y seres humanos que sabiamente ven el tema de la muerte con una naturalidad asombrosa, es cuestión emotiva y de percepción cultural.
Traigo el tema de la muerte, debido al sensible fallecimiento de Don Mario Vázquez Raña, que a sus 82 años partió al hogar del Padre.
Don Mario, desde su juventud, inspiriado por sus padres, –de origen español–, fue un hombre de lucha y esfuerzo, aprendió de ellos esa enorme calidad y calidez humana que a su paso sembró en todos los confines del orbe, que lo hizo un hombre de bien, admirado, respetado y muy querido.
Egresado de la UNAM, fue un universitario exitoso, un deportista tenaz, un empresario ejemplar, básteme citar que las 30 difusoras de ABC radio, además de la Organización Editorial Mexicana, que diariamnente bien informa a la nación con más de 70 periódicos, la convierten, gracias al talento de Don Mario, en una de las cadenas periodísticas más importantes del mundo.
Era un hombre sencillo, sensible, amable, con un don de gente que cautivaba, cierto día platicando con él en Guadalajara, le comenté que teníamos mucho de no verlo en Tampico.
–– ¡Mira! –me dijo amablemente– no voy, porque Don Rubén lleva la dirrección del Sol de Tampico de manera esplendida, si voy… ¡sólo le estorbo!
Su pasión fue sembrar amigos, servir a México generando empleos y darse al deporte, en donde participó en distintos cargos honoríficos en el Comité Olímpico Internacional, recibió innumerables reconocimientos a nivel internacional.
Don Mario Vázquez Raña, se ganó a pulso el respeto de muchos, por mérito propio fue un mexicano universal.
José Marí afirmó: “No quiere hoy la palabra ardorosa, en flores de dolor que arrebata el viento, tributar pasajero homenaje al muerto bien amado de la patria. Aunque, si la patria lo ama, no está muerto.”
Envío respetuosas condolencias a su esposa Doña Paquita, a sus hijos Marisol, Marina, Miriam, Mario, Mauricio y a toda su familia.
El viejo Filósofo entiende que la mejor manera de honrar la muerte, es venerar mi vida, cada quien lo hace a su estilo y manera, yo lo hago a través del amor y del humor, por ello haciendo mío el genial humor del mexicano afirmo:
“En mi vida lo único estable… ¡ES EL HAMBRE!”

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