El Amigo Manso.
Con la novela El Amigo Manso, de Benito Pérez Galdós, se concluye el mes dedicado a escribir sobre el amor y la amistad, mediante el cual conocimos cuatro novelas clásicas decimonónicas europeas. En Cumbres Borrascosas, de Emily Brontë, nos encontramos un amor turbulento, pasional, enfermizo, con un final esperanzador. En La Sonata a Kreutzer, de León Tolstoy, el amor fue rebasado por los celos, terminando la historia con un final trágico. En Daisy Miller, de Henry James, se encuentra la lucha entre corazón y cerebro, en Daisy todo es pasión y entrega, en Winterbourne todo es prejuicios y dudas, y finalmente, toca el turno de conocer a: El Amigo Manso.
Benito Pérez Galdós (1843-1920) es considerado por muchos escritores, el mayor novelista español después de Miguel de Cervantes. Pérez Galdós poseyó una gran cultura y tuvo una memoria privilegiada, su pluma fue prolífica, escribió novelas, teatro, memorias, crónicas, ensayos, pero, además de ser un intelectual, escritor y catedrático, Pérez Galdós fue un hombre activo en la vida pública de la España de su época, fungió como Diputado en varias ocasiones e ingresó como miembro de la Real Academia Española de la Lengua.
El realismo literario fue brillantemente expuesto por Pérez Galdós en gran parte de su obra. El Amigo Manso es una de las novelas donde más se puede percibir esa nueva forma de narrar. Otro aspecto importante en la narrativa del escritor español; es que su personaje; en este caso Máximo Manso, adquiere vida propia o mínimo está consciente que, él, es producto de una pluma, de un escritor, quien es su creador y consecuentemente su Dios.
“Creo que me zambulló en una gota de tinta; que dio fuego a un papel; que después fuego, tinta y yo fuimos metidos y bien maneados en una redomita que olía detestablemente a azufre y otras drogas infernales… Poco después salí de una llamarada roja, convertido en carne mortal. El dolor me dijo que ya era un hombre.”
En la novela El Amigo Manso, el lector se encontrará con una rica y abundante temática, el personaje central se llama Máximo Manso, un brillante catedrático dedicado a los estudios de la filosofía: “He consagrado mi poca inteligencia y tiempo todo a los estudios filosóficos, encontrando en ellos los más puros deleites de mi vida. Por singular beneficio de mi naturaleza, desde niño mostré especial querencia a los trabajos especulativos, a la investigación de la verdad y al ejercicio de la razón. Digan pues de mí que soy filosofo.”
Máximo Manso nos cuenta que es asturiano, su padre quien fue farmacéutico murió joven dejando huérfanos a Máximo y su hermano José María. Máximo quedó al cuidado de su madre, y su hermano quien tenía ambiciones de poder y riquezas, decidió irse a vivir a la Habana, Cuba. El punto de partida de la familia Manso se dividía en dos, José María tenia ambición por la riqueza y Máximo: “Yo despuntaba por el desprecio de las vanidades y por el pruritu de la fama, y en mi corta edad no había en el pueblo persona que me echase el pie adelante en ilustración. Pasaba por erudito, tenía muchos libros, y hasta el cura me consultaba casos de filosofía y ciencias naturales.”
Con el transcurso de los años, Máximo se convirtió en un respetado y reconocido catedrático, para esos años su madre quien tanto lo ayudó ya había muerto. Vivía de manera modesta, tranquila, y feliz, en su departamento que era como su torre de marfil. Nos narra el personaje que en esa vida de absoluta tranquilidad y paz, de vez en vez, su vecina llamada Cándida, quien había sido una mujer rica y por opulenta había quedado en la miseria, le pedía dinero prestado, con el paso del tiempo Cándida mandaba a su sobrina Irene a pedirle más dinero a Máximo.
Otra vecina que tenía Máximo se llama Javiera, una guapa y atractiva viuda cuarentona, quien era admiradora del sabio catedrático. Doña Javiera, tenía un hijo llamado Manuel Peña, muchacho joven, guapo, de noble corazón, pero ¡muy enamorado!, Doña Javiera le pidió al catedrático que se encargará de educar a su hijo peñita, ella le declaró que como a muchos Peñas: “No hay cristiano que le haga estudiar. Sus libros son los ojos de las muchachas bonitas; su biblioteca, los palcos de los teatros. Me gasta en ropa un caudal, y en convidar a los gorrones de sus amiguitos, otro tanto.”
Por supuesto que Máximo aceptó educar a Manuel Peña. En ese contexto de ordenada y tranquila vida, de pronto al catedrático le llegó la noticia que su hermano José María, regresaba de la Habana con toda su familia, integrada por su esposa Lica, tres hijos, su cuñada, la suegra, el negro Ruperto, entre otros, y aquí es donde empieza el relato de la larga historia del personaje Máximo Manso.
Después de haber tenido una vida tranquila, siempre guiada por la razón, un nuevo mundo irrumpe su tranquilidad. Máximo se enamora perdidamente de Irene, ésta se enamora plenamente de Manuel Peña, discípulo de Máximo, José María, pretende tener de amante a la misma guapa y joven Irene, Lica, sufre y se queja por el abandono en que la tiene su marido, ¿En que terminará la historia?
Las cuatro novelas de ¿amor? en mi opinión son fantásticas, pero si tuviera que elegir a uno de los cuatro personajes de las novelas, elegiría a Máximo Manso, y no precisamente por su parte erudita, sino porque al inicio su amor por Irene fue idealizado, pero cuando conoció todos sus enormes defectos la amó mucho más, y por eso declaró: “¡Oh, cuánto más valía ser lo que fue Manuel, ser hombre, ser Adán, que lo que yo había sido, el ángel armado con la espada del método defendiendo la puerta del paraíso de la razón…! Pero ya era tarde.” Mi estimado lector, para nosotros todavía no es tarde, estamos a tiempo, amemos con todo el corazón, sin perder la razón.
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