En los últimos 45 años he escuchado las canciones y la música de Pablo Milanés (Bayamo, Cuba, 1943). Él, junto con otros cantautores, ha acompañado la vida de mi generación. En una entrevista que concedió a Mauricio Vincent (El País, 14/02/15) en Madrid, manifiesta su decepción con los dirigentes del régimen cubano y revela las situaciones que debieron pasar quienes no se adecuaban a los “parámetros revolucionarios”.
Pienso que esta confesión de Milanés es pionera y en los siguientes años, en la medida que Cuba se abra, para poder sobrevivir, vamos a escuchar más revelaciones y conocer, de primera mano, el trato que sufrieron, y que sigue ocurriendo, quienes no se sujetaban o sujetan a los designios de los dirigente y a su manera de entender la revolución.
En la entrevista habla de su experiencia en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), que por un tiempo lo obligó a dejar su carrera. De las UMAP dice “que la prensa cubana no se atreve y que la prensa extranjera desconoce la nefasta trascendencia que tuvo aquella medida represora de corte puramente estalinista. Allí estuvimos, entre 1965 y finales de 1967, más de 40,000 personas en campos de concentración aislados en la provincia de Camagüey, con trabajos forzados desde las cinco de la mañana hasta el anochecer sin ninguna justificación, sin ninguna explicación…”.
Milanés dice que está esperando que el gobierno cubano pida perdón de esos años y añade que “yo tenía 23 años, me fugué de mi campamento -me siguieron 280 compañeros presos más de mi territorio- y fui a La Habana a denunciar la injusticia que estaban cometiendo. El resultado fue que me enviaron preso durante dos meses a la fortaleza La Cabaña, y luego estuve en un campamento de castigo peor que las UMAP, donde permanecí hasta que se disolvieron, por lo escandaloso que resultó ante la opinión internacional”.
De esa experiencia dice que salió “más revolucionario” y que “la UMAP no fue un hecho aislado. Antes de 1966, Cuba se alineó definitivamente a la política soviética, incluyendo los procedimientos estalinistas que perjudicaron a intelectuales, artistas y músicos”. Asegura que en esos años “los ideales que profesábamos eran los más puros que se podían tener en aquella época. Otra cosa hubiera sido traicionar mi pensamiento, así que, aunque se cometieran errores, vi que había que defender la idea original (…) y todavía la defiendo. Yo asumo el pasado, y tengo claro lo que pienso”.
Para Milanés “el ejemplo más grande de revolucionario en América es José Mujica, encarcelado durante 14 años y después un hombre sin rencor, capaz de crear un Estado libre, soberano, no dependiente y próspero”. Él se confiesa “defraudado por unos dirigentes que prometieron una mañana mejor, con felicidad, con libertades y con una prosperidad que nunca llegó en 50 años”. Mi admiración y respeto por Milanés. Ahora promueve su disco Renacimiento.
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