Después de cumplir sus veinticinco años y celebrarlo en grande, el MOPI realiza su Congreso número Trece en marzo del 2015. Lo hace para reorganizarse, en un intento de expansión madura; para aclarar sus ideas políticas, definidas pero en búsqueda de espacio independiente de siglas; para dar calidad y eficacia a sus gestiones y vida interna; para fortalecer sus estructuras y sentar bases sólidas de futuro. Lo hacemos en buen momento propio, con la experiencia positiva de los años, unidos, con muchas líneas de gestión y reafirmados en una forma de ser que antepone sobre todas las cosas a la dignidad de sus integrantes, promueve valores democráticos y lucha por ser libres y vivir con bienestar.
Somos una organización social autentica, muy lejana a lo tradicional, atípica para un medio corporativo y clientelar, que ha sabido desplegarse en movilización para exponer sus demandas, ocupar las calles sin afectar a terceros y tener la capacidad de presentar estudios y propuestas para la solución de problemas colectivos. Hemos incursionado en las elecciones por consenso y ocupado cargos públicos que se ponen al servicio de la ciudadanía. No se obliga a la pertenencia partidista ni al voto determinado. En nuestras prácticas permanece la ausencia del manejo de dinero, sin cuotas o cobros por gestión, es un sello muy particular en la forma de ser del MOPI. No quisiera exagerar pero tenemos rasgos que parecieran utópicos en nuestro contexto clientelar: salvo que se trate de un programa público y transparente hemos proscrito el manejo de despensas, por su carga miserable y manipuladora; además, en los convivios acostumbrados, incluso grandes, los asistentes llevan lo que se consume. Tales prácticas dan la confianza de que la gente, nuestra base social, nos sigue y apoya por convicción y credibilidad. Repudiamos a los líderes y políticos despenseros porque abusan de la necesidad de la gente y mal utilizan recursos públicos.
La vida del MOPI es de lucha por la organización social y la participación ciudadana, nada ha sido fácil y cómodo para nosotros, nos hemos ganado espacios políticos y un buen nombre con actos y el ejemplo. Nuestro prestigio, obvio, es resultado de la congruencia, de ser fieles a nuestras ideas, de no defraudar a nuestros compañeros y cumplir con el deber en los cargos públicos. Andar 25 años, con los altibajos normales, significa trabajo esforzado de todos, liderazgo, voluntad, convicciones, confianza y, sobre todo, hacer de la conciencia y el compromiso social una forma de vida. Ese tiempo es más que suficiente para confirmar una manera de ser; a estas alturas ya no tenemos que probar nada, ya ganamos autoridad moral para opinar y criticar porque predicamos con el ejemplo.
La vida de una organización como el MOPI es como la existencia misma, desde la adversidad ante un sistema inhumano y excluyente; es resistencia, requerida de valor y honradez, para no decaer ante las injusticias y las penurias propias; y es dignidad, condición insustituible para llevar una vida humana virtuosa. Esas han sido nuestras banderas y las razones de nuestra existencia. La política partidista nos llegó por accidente, en coyunturas de movilización popular, como en el 88; sin embargo, hemos aprendido que la actividad social es inseparable de la actividad política viéndola en una perspectiva democrática, donde entran en escena las leyes, la representación, el voto libre, los presupuestos y el Gobierno. Hemos trabajado para difundir valores democráticos, fomentando la participación de la gente en los asuntos públicos, organizando para las gestiones, movilizando contra las injusticias y estableciendo una comunidad fraterna. En el balance de nuestra organización fácil el 95% es positivo contra el 5% de negativo; en ese cinco están quienes llegaron pensando que éramos como los demás, tradicionales, y quienes se cansaron de las virtudes de una línea recta y congruente.
El MOPI ha sido parte de la democratización de Veracruz, especialmente de Xalapa; hemos participado en las movilizaciones por voto libre y en las protestas por fraudes electorales; somos una parte de las alternancias municipales, destacadamente en Xalapa. Fuimos adsorbidos por la insurgencia Cardenista del 88, estableciendo una relación estrecha con el partido que surgió de esa coyuntura, el PRD. En los últimos dos años esa situación se ha venido modificando, al perder ese partido su independencia local e integrarse unilateralmente a los acuerdos del “Pacto por México”. Es mínima la coincidencia actual entre el MOPI y el PRD, ya no nos parece una fuerza transformadora y con ideas propias. Al perderse ese espacio político original ahora tenemos que buscar y construir el propio.
La vida sigue, la lucha también. Prácticamente se mantienen iguales las causas profundas que dieron origen a esta organización popular. La existencia del MOPI está plenamente justificada, es necesaria como medio de expresión y como ejemplo de renovación. Tenemos razones de ser. Solo que también hay que replantearse muchas cuestiones, desde tener mayores alcances y estructuras hasta renovar liderazgos y presentar propuestas y estudios para la solución de nuestros grandes problemas. En ese sentido debe estimularse la participación juvenil en tareas de mayor responsabilidad, garantizar respeto de género y establecer bases solidas de formación política.
Este Congreso es la oportunidad para pasar a otra etapa organizativa, con presencia estatal, para establecer una línea política que deje muy clara nuestra independencia de partidos, para contar con estructuras fuertes, para abrir mayores espacios a jóvenes y mujeres y, en pocas palabras, relanzar este que es un proyecto sano, libertario y justiciero. Hacerlo ahora está determinado por la coyuntura pero sobre todo por nuestra voluntad de hacer algo útil socialmente, de no permanecer impasibles ante la violencia que nos azota, la desigualdad creciente y los malos gobiernos.
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Recadito: No queremos gasoducto en Xalapa.