Hace 52 años tuve el privilegio de conocer a Delfino Trujillo González, un educador que influía mucho en la juventud; era muy cordial y le agradaba hacer suyos los conocimientos que pertenecen al universo.
Los estudiantes del Colegio Preparatorio, entonces perteneciente a la Universidad Veracruzana, comentaban la trascendencia de cultivar el deseo de conocer los saberes que se requieren en la vida. Esto que le relato tiene que entenderlo, porque “saber” no significa sólo una obligación constante para cubrir materias y salir a gusto con todos y cada uno de los exámenes escolares; lo que uno debe aceptar es que hay sapiencias en todo el mundo, por lo que hombres y mujeres tienen que captar las mejores disposiciones para sobresalir.
Delfino Trujillo González fue un hombre muy importante en su tierra natal; presentó examen a título de suficiencia donde estudió la escuela primaria, es decir Zongolica. Ahí el día 3 de marzo de 1947 culminó sus estudios para pasar a Xalapa y además destacarse en la escuela Normal, donde se caracterizó, no por ser el mejor en todas las materias, sino sólo en aquellas que le parecían importantes en su desarrollo tales como: Civismo, Historia Nacional y Geografía de México.
Cuando me acuerdo de este extraordinario profesor, lo evoco como un hombre al que agradaba atender a la juventud del Colegio Preparatorio de la ciudad de Xalapa. Es innegable que lo admirábamos y que además tenía suficientes virtudes para que los jóvenes entendiéramos su brillantez y el porqué destacaba tanto en la enseñanza; la verdad, y esto no lo digo a la ligera, él fue sobresaliente en sus conocimientos educativos y es por eso que sus puntos de vista influían de manera espléndida y constante en cada uno de sus alumnos.
Recuerdo que en el Colegio Preparatorio eran discutidas las enseñanzas de hombre tan valioso. Él figuraba como un mentor sencillo, cordial y con ganas de mostrar, ante todos que el estudiante, como el maestro, tienen que hacer todos los días una doctrina para enriquecer sus puntos de vista.
Cuando hablo de Delfino Trujillo González, ser humano tan destacado, quiero informar que un día, sin que él lo esperara dejó de vivir. Un conductor que manejaba un vehículo sobre la avenida 20 de noviembre sufrió un accidente; después de 52 años me han pedido que recurra a este lamentable hecho que acabó con su existencia; fíjense que tenía apenas 38 años y era un hombre probo, excelente, que convivía con su existencia y con sus familiares. También me dicen que por razones que se ignoran jamás se volvió a indagar por el percance que sufrió donde perdió la vida en un vehículo que él no conducía y que terminó abandonado sobre la avenida 20 de Noviembre.
Por lo anterior es fundamental saber que la existencia hay que entenderla para saber sus motivos. La cultura, como la enseñanza, son aspectos fundamentales para valorarlos, porque cuando se fue este hombre nadie explicó porque lo condujeron hacia un cementerio junto a sus méritos y sus entregas, nadie las destacaba. Así es que la enseñanza, el conocimiento y la educación de los jóvenes quedaron allí perdidos en el tiempo, cuando algunas veces hay que recordarlo y mantener viva su memoria.
Recuerdo al maestro Delfino Trujillo González porque se vio dedicado a servir a los jóvenes y adultos, porque él mismo era un especialista en apropiarse del conocimiento. Me parece que esas fueron sus características principales, hablando con sinceridad sus alumnos nunca pensaron que muriera por un accidente del que nadie se responsabilizó.
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