Desde hace meses se sabía que en el campo de la comunicación había una marcada tensión en Los Pinos entre los equipos de Aurelio Nuño (37), jefe de la Oficina de la Presidencia, y David López (66), coordinador de Comunicación Social de la Presidencia de la República. El conflicto se ha zanjado con el triunfo del primero.

Los equipos han actuado de manera descoordinada, con visiones distintas de lo que se debe hacer, y en constante oposición. En el equipo de Nuño se ubica Eduardo Sánchez (50), que en ocasiones actúa como portavoz del gobierno, y en el de López, Roberto Calleja. Amigos periodistas me cuentan que si ellos veían a integrantes de uno de los grupos, los otros se molestaban. Cada uno de éstos se consideraban así mismos como el interlocutor oficial de Los Pinos con los medios.

López, que había sido el coordinador de Comunicación Social del gobernador Peña Nieto, cargo que había desempeñado para otros cuatro gobernadores, tres en el Estado de México y uno en Sinaloa, deja la oficina en Los Pinos, para encabezar la lista de su circunscripción como candidato del PRI a diputado plurinominal. Su triunfo es seguro.

Con los elementos que tengo, me puedo equivocar, fue la manera honrosa que el presidente encontró para removerlo de su cargo. El que Eduardo Sánchez, que primero fue subsecretario de Gobernación y después asumió tareas de portavoz, se quede con el cargo de López debe entenderse como un triunfo de Nuño.

Ahora, ya con sólo un equipo, habría que esperar que ya no haya tensiones y se pueda articular una sola comunicación desde la Presidencia. El presidente y su gobierno están urgidos de mejorar la comunicación que ha sido un problema permanente desde que arrancó el gobierno. En los próximos días sabremos si realmente hubo un cambio o si las cosas siguen igual.

Sánchez, el nuevo coordinador de Comunicación Social de la Presidencia, pienso que va a seguir dependiendo de Nuño y no de manera directa del presidente. En todo caso, lo que es indispensable para Los Pinos es replantear a fondo su estrategia de comunicación. Les urge que sea más propositiva que defensiva.

Considero que algunos elementos centrales de la nueva estrategia deben ser: que el presidente esté menos protegido y arriesgue más; que se haga presente en los medios, de manera directa, para argumentar a favor de lo que hace su gobierno; que se haga presente en las profundidades del territorio; que su discurso se salga de lo políticamente correcto y entre a la discusión y el debate.

Nada de lo anterior garantiza que mejore la percepción que se tiene del presidente que, a lo largo del mandato, se ha mantenido baja, en torno a 40% de valoración positiva. Lo que estos números dicen es que lo que se ha hecho hasta ahora no es lo adecuado. El reto de Sánchez y de Nuño no es menor.

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