Del enfrentamiento de ayer entre Carmen Aristegui y Felipe Chao, vicepresidente de relaciones institucionales de MVS Radio -porque en realidad eso fue lo que pasó-, nos parece, en una primera lectura, que la que saalió mal librada fue la periodista. Para empezar se nota ya un encono en donde las ofensas y los agravios mutuos se presentan ya como un camino sin retorno, ya va a ser muy difícil limar asperezas, las heridas son muy profundas, pero más allá de que subsista la sospecha de que «alguien de arriba» pudo haber estado detrás de la rescición del contrato laboral que tenía la periodista con la estación radiodifusora, lo cierto es que la clave de todo este asunto del diferendo entre ambas partes parece estar en el contrato firmado entre la empresa radiofónica y Aristegui. Se se puede inferir de que no se trata de un contrato cualquiera, debe ser de prestación de servicios al estilo de los que las estrellas del fútbol firman con los clubes profesionales, es decir, contratos en donde se estipulan muy bien una serie de cláusulas en donde se establecen los derechos y obligaciones a los que se someten las partes contratantes. Y es que es lógico suponer que la relación entre Aristegui y MVS Radio así debió estar establecida porque, con el debido respeto que nos merece el gremio periodístico al que también nosotros pertenecemos, estamos hablando no de cualquiera sino de Carmen Aristegui, es decir, una profesional del periodismo altamente renombrada y cotizada, con un gran prestigio en medios de comunicación. Por lo que ha podido trascender entonces, Carmen percibía un salario de 1.2 millones de pesos mensuales, más una serie de prestaciones y beneficios adicionales -por no decir privilegios- que incluían un lujoso automóvil con chofer y tal vez seguridad personal al servicio de la conductora, más alguna que otra prerrogativa como seguramente ha de ver sido vestuario, gastos de representación y la «libertad» para contratar su equipo de trabajo. De todo lo anterior se podría concluir finalmente que Carmen debió haber faltado a las condiciones del contrato y de ahí se agarró la empresa para rescindirlo. Que hubo cosas extras o «raras», pues sí, no se descarta, pero lamentablemente Carmen puso la primera piedra.