Un método efectivo para el desahogo de la frustración es centrarse en lo micro.
Doctor Sergio Aguayo
Investigador del COLMEX

Se puede ser creyente o no, pero sin duda, en la cotidianidad del caminar por espacios cercanos a los templos- en tiempos de pascua- se aspira un aliento mucho más conciliador, comparado con cualquier otra temporada del año. Es decir, son tiempos de reflexión en aras de una trasformación integral de la población.
Reencontrarse con el camino hacia el cual aspiramos, no se realiza por metamorfosis física, sino por accionar cerebral y racional.
Una correcta reflexión de nuestro actuar y del entorno es un elemento esencial para dar cauce a nuestro porvenir, la racionalidad es uno de los aspectos fundamentales en el desempeño diario del ser humano.
Podemos ir desde las políticas públicas hasta la toma de decisiones más elementales, como pueden ser usurpar una siesta y recobrar fuerzas para rendir mejor; en ese sentido uno de los aspectos principales para realizar una reflexión más o menos sustentada, obedece a qué tanta información se tiene con respecto al tema.
De tal suerte, que puntualizar los aspectos de mayor preponderancia en nuestro desarrollo ante la vida debe ocupar papel principal con respecto a qué nos vemos haciendo dentro de un mes, el próximo año y así trazar una cartografía que nos conduzca a la plenitud, que en definitiva es nuestra razón de ser como individuos.
Para llegar a ello y todos sus matices, debemos esforzarnos en tomar decisiones que impliquen los sentimientos, porque dijera aquel filosofo Alemán, lo que se hace por amor, está más allá del bien y del mal. Este párrafo puede estar lleno de cursilería; ¿pero acaso no todo lo que hacemos va sustentado y motivado por tintes así?
Todo lo que concebimos a fin de cuentas, va dirigido hacia cubrir un sentir, me refiero que hasta las mismas fundaciones de los Estados-Nación, los inicios revolucionarios o los actos patrióticos se sustentaron en el amor.
Uno mismo, el esfuerzo que le ponen al día a día, el interés por aspectos públicos, los desvelos en las lecturas, son escalones hacia aspiraciones superiores que tienen como firme objetivo el sustento de la familia, y así transitar hacia mejores estadíos de bienestar.
Ahora bien, reflexionar constituye una gran prioridad en momentos donde las cuestiones financieras personales apremian el interés, donde la banalidad se vuelve la constante, donde parecer y no ser, toma un panorama sombrío.
Ante ese difícil escenario, debemos ser más racionales que pasionales, y si ocupamos la pasión, es para que funja como nuestro aditivo para alcanzar los objetivos planteados.
Todo lo anterior puede sonar a una obviedad, pero muchas veces se nos olvida, porque la mayor información que se adquiere se presenta por encima o es lo que se ve no lo que hay por dentro, si nos llama la atención un tema es importante investigar.
Si no nos gusta el ahora, debemos ser racionales y buscar cómo podemos contribuir para cambiarlo. Solo en las actitudes proactivas se halla el revulsivo para nuestra vida y la vorágine cotidiana.
Y así encauzar la inconformidad social y personal en una institución informal e incoercible que se guíe por la autonomía individual de las ganas de trascender, dando de esta manera respuesta al desahogo de la frustración.
Recordando:
• La vida es demasiado complicada si no eres ordenado.
• No te preocupes por lo que tienes, aprovéchalo para que te catapulte hacia el futuro.
• Ser feliz es sonreír hasta en las yuxtaposiciones de la vida.