El principal corredor migratorio del mundo es el que se da entre México y Estados Unidos, pero sin ignorar su importancia se ubica en el marco de una tendencia mundial. En los últimos 50 años el número de los migrantes en el mundo aumentó 3.2 veces al pasar de 73 millones en 1965 a 231.5 millones en el 2013, que representa 3% de la población mundial, según las Naciones Unidas.

Y esto a pesar del carácter restrictivo de las políticas migratorias de los países de destino, que levantan barreras -muros, en sentido literal- para restringir y controlar los flujos, lo cual contrasta, va en sentido contrario, con un tiempo en el que, como nunca antes en la historia, se facilita y propicia la circulación de las mercancías, los capitales, la información, la cultura y el divertimento.

De los migrantes mexicanos, 96% se dirige hacia Estados Unidos y 4% restante a otros 143 países. Éste no es un fenómeno nuevo y ha sido una constante en la historia de México. Entre el 2010 y el 2013, el promedio anual de mexicanos que perdieron la vida en el intento de llegar al vecino del Norte fue de 336. A pesar de las políticas restrictivas, el dinamismo de la emigración mexicana es resultado de una demanda estructural de la economía norteamericana, que necesariamente requiere de trabajadores migrantes para mantener la actividad económica.

En la década de los 80 aumentó la emigración mexicana, que incorporó a cada vez más jóvenes y configuró un patrón migratorio de carácter más permanente, ante las crecientes dificultades para migrar de manera irregular. Un nuevo fenómeno fue la participación de las mujeres, motivadas por aspiraciones personales y no sólo por la reunificación familiar. Esto ha favorecido la constitución de familias mexicanas y su reproducción natural en Estados Unidos.

La pérdida neta migratoria anual, que en los 70 era de menos de 30,000 personas, llega a los 330,000 en los 90, y en el primer lustro de este siglo superó 400,000, de acuerdo con el gobierno mexicano. La población de origen mexicano que vive en Estados Unidos es de 34 millones. De ésos, 22 millones nacieron ahí y 12 millones en México, que equivale a 10% de la población nacional. De éstos, 51% se encuentra en situación irregular. El grupo representa 27% del total de los migrantes en el vecino del Norte.

Del 2008 al 2013, la repatriación de los migrantes mexicanos llegó a los 2.8 millones. Un promedio de 466,000 al año. Esto en muchas ocasiones ha implicado la separación de las familias. En el 2013 sólo cruzaron hacia Estados Unidos 90,000 migrantes mexicanos. La reducción tiene que ver con la situación económica del Norte, que genera menos empleo, la eficacia en el control migratorio, que va más allá de las fronteras, y la situación de México.

En los últimos años el saldo neto migratorio ha sido cero. Hay que ver si es una situación coyuntural o una tendencia estructural “producto de cambios en el contexto económico, social y político, que han dificultado la continuidad del tradicional patrón migratorio al vecino país del norte, o bien, si reflejan el inicio de uno nuevo, menos indocumentado y más selectivo”, como lo plantea el Programa Especial de Migración 2014-2018.