La ciudad capital de todos los mexicanos, es un ciudad que en los últimos años -12 ó 18 años- ha redoblado esfuerzos e incrementado las políticas públicas en favor de las personas con discapacidad. La capital cada vez se vuelve más un conglomerado que «empatiza» con los ciudadanos (a) que viven y sufren una discapacidad de cualquier tipo que esta sea. El DIF de la ciudad tiene dispuestas en cada una de sus oficinas de las 16 delegaciones espacios de atención especializada, en donde hay personal que maneja aspectos tales como lenguaje de señas para comunicación con personas que no hablan ni escuchan, está permitido además el acceso de invidentes con perros lazarillos y en los corredores y pasillos no puede haber personas paradas que obstruyan el libre paso -circulación diríamos- de sillas de ruedas, andaderas, caminadoras y personas con implementos como bastones, muletas, etc. Un dato aparte, complementario, la noción de la protección civil y de los servicios médicos están presentes en todas las oficinas, así como letreros indicando que en esos espacios no se discrimina a nadie en razón de sexo, preferencia sexual, condición económica, edad, nivel educativo, enfermedad, etc., o sea, a algunos nos llevan como 200 años de civilización.