Lo habíamos advertido con insistencia durante mucho tiempo, Xalapa necesita una gran obra hidráulica integral, el cambio climático provocará fenómenos naturales cada vez más severos y nuestra ciudad no está siendo preparada para afrontarlos. Cada año las lluvias no dan las razón, los ríos y arroyos se desbordan, las casas se inundan, árboles caen, se desgajan y se afecta a una gran población de Xalapa, profetizar que el año entrante habrá una inundación así no es de clarividentes, eso lo puede adivinar cualquier persona que tenga un poco de sentido común; las lluvias del martes pasado no fueron atípicas como lo dijeron las fuentes oficiales, se han venido sucediendo cada año y han golpeado siempre con mayor fuerza a las colonias pobres, San Bruno rumbo a San Andrés Tlalnelhuayocan, el sector poniente de la capital.
¿Qué la hizo diferente de las demás a la lluvia del martes? Que esta vez golpeó a una zona de la capital muy visible, muy conectada y hasta privilegiada podría decirse, de tal forma que ocultar la magnitud de los daños como siempre se hace, resultó imposible para el gobierno municipal y Protección Civil.
Esta vez la lluvia saturó el drenaje de aguas negras que va a dar a las Ánimas, drenaje al que por cierto estuvo en obra al final de la administración de Elízabeth Morales, se introdujo una tubería nueva de la cual dijimos por esos días que sería insuficiente en caso de registrarse lluvias predecibles como la del martes; el saldo fue de graves daños a casas, comercios, árboles desgajados, población atrapada por la inundación y un colapso vial impresionante. Las lluvias pusieron de manifiesto que Xalapa no está preparada para afrontar y recuperarse pronto de un fenómeno así, incluso no está preparada para mitigar los efectos dañinos de estos meteoros y lo que es peor, no ha existido ni existe un plan estratégico de manejo de las cuencas hidráulicas que permitan dotar a Xalapa de la infraestructura necesaria para hacer frente a estas adversidades, no hay una política pública de gran visión orientada a resolver este problema, por lo tanto ciudadano consiente, prepárese para el próximo diluvio, pues nuestras autoridades no lo están haciendo.
Y uno se pregunta, si se sabe el gran riesgo que existe ¿Qué estamos esperando para hacer algo? La respuesta está ahí, en lo cotidiano de Xalapa, en el desinterés de sus gobernantes y la apatía de una mayoría ciudadana que ya no cree en nada y ni quiere saber nada, solo se limita a aguantar y a criticar al gobierno, en voz muy baja por cierto, pero no se compromete a la acción.
Xalapa es la ciudad de las medias tintas, hacemos obra pero poquita, de baja intensidad y poco impacto, si hay un deficiente transporte público para el xalapeño es suficiente con no usarlo y comprarse un automóvil y si no hay dinero ni modo a aguantarse, a quejarse pero poquito y a esperar a vender el voto en la próxima elección para seguir siendo parte de lo mismo, si el caos vial es insoportable, pues lanzamos malos pensamientos a la autoridad responsable y nos aplicamos el xalapeñísimo: “a agua y ajo”. Si cada vez que llueve las calles de Xalapa se inundan, las casas también, si la gente pierde sus bienes, el poco patrimonio que tiene, pues a creer en lo que les dicen del ayuntamiento, las promesas eternas y a recibir, eso sí muy agradecidamente el paliativo obligado que semeja limosna, mientras la autoridad dice que está asistiendo a todos y que no ha pasado a mayores, que lograron minimizarse los daños y que el saldo fue blanco aunque muchas familias hayan pasado de la pobreza a la pobreza extrema, pero eso si contradiciéndose a su dicho solicita la declaratoria de emergencia para recibir más recursos que luego no sabemos a dónde van a dar.
Vemos pues que Xalapa a pesar de sus grandes problemas no tiene verdaderos planes estratégicos que los resuelvan, no hay voluntad ni visión, la tan mencionada Iniciativa del BID Ciudades no contempla a fondo la solución de los problemas trascendentes de nuestra abandonada ciudad, es solo un golpe mediático que en muy poco ha contribuido a la construcción de una ciudad más humana, inteligente y funcional, una ciudad con resiliencia que otorgue seguridad a sus habitantes. Lo único cierto y seguro es que volverá a llover y Xalapa está muy descobijada.
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