Se dice que los amigos se escogen, los familiares por naturaleza nos corresponden, por eso cuando hacemos un recuento de cuantos amigos tenemos, nos sobran dedos de la mano; el que escribe, la vida le dio la buena suerte de encontrar en su camino a un gran amigo; el conocido, critico, excelente fotógrafo y arquitecto, Sergio Maldonado Rosales; desde que inicio nuestra amistad, siempre coincidieron nuestras ideas, en realidad sueños guajiros, como la de luchar por que nuestros compatriotas, por nuestros hermanos los indígenas; con imágenes manifestamos que se les hiciera justicia, que se conservara la herencia que nos dejaron nuestros antepasados, que respetemos y amemos a nuestra madre tierra.

Con Sergio hicimos grandes travesías por el mundo, en varias ocasiones cruzamos el atlántico, en una junto con el excelente periodista y amigo Arturo Reyes y el laureado caricaturista del Diario El Universal Helio Flores, juntos estuvimos en la Isla de la Cartuja, en la “Expo 92” de Sevilla España, recorrimos todos los pabellones, saboreamos “el frito, el asado y la paella”; en ese viaje incluyó que estuviéramos en Madrid y Paris, fue un paseo inolvidable, recuerdo que Arturo Reyes se maravilló de la Ciudad Luz; una noche fuimos a cenar al restaurante “Julio Verne” en la Torre Eiffel, esa noche la pasamos de maravilla, Arturo Sergio y un servidor, saboreamos el pato a la naranja y unos buenos vinos. Al final de la cena, nos propusimos volver a estar en ese lugar para celebrar cualquier cosa.

En otro momento de la vida, el todopoderoso, de nuevo nos dio otra oportunidad de viajar a Francia, asistimos al aniversario de la hermanación Champlitte-San Rafael, fue una experiencia extraordinaria, disfrutamos los vinos, los quesos, la comida regional y de la dulce y seductora compañía de Régine Monguin, Presidenta de la Organización, platicamos con el Padre Christopher Demard y con muchos amigos de pueblos cercanos como Gray, Fila, Colmar, Besancon y una larga lista imposible de enumerar.

Terminados los festejos, en Dijon abordamos el tren y nos marchamos al sur de Francia, a Perpiñon, en la frontera con España, ahí año con año se realiza la famosa Expo Mundial de la Fotografía, donde fotógrafos de todo el mundo se dan cita con sus obras fotográficas, tres días vivimos una experiencia de aprendizaje, observamos imágenes de grandes fotógrafos y solo comento tres; la del primer lugar, donde un niño en un viejo autobús, observaba por la ventana trasera; otra foto donde se observaba la habilidad, suerte y oportunidad del fotógrafo para congelar el momento en que una furgoneta se volcaba y se miraba como los que viajaban en la batea van cayendo y una más, la imagen de Fidel Castro, en donde se miraban nubarrones y parecía que el cielo se le venía encima.

No alcanzamos a recorrer todas las exposiciones, cuando se viaja el tiempo nos trae empujando. Nos trasladamos a Barcelona, ahí conocimos la Basílica de la Sagrada Familia, proyecto del arquitecto Antoni Gaudí, la fotografiamos por todos los ángulos y de ahí nos trasladamos a la presidenta de la organización Octavio Paz. Nos recibió en su casa y de inmediato nos preguntó ¿ya han estado en esta ciudad?, dijimos que no, se fue a su alcoba y regreso con su bolso y dijo, “no hay tiempo que perder, vamos a que la conozcan”; nos llevó al Paseo de Gracia a conocer “la Pedrera”, en esa calle hay varios edificios históricos y como Sergio era arquitecto, él andaba en su mundo, conocimos el centro histórico, las ramblas, ¡lo más hermoso de Barcelona!, al final nos invitó a comer, saboreamos el jamón ibérico, buñuelos de bacalao y los chipirones, bañados con un exquisito vino.

Por la tarde, invitados por la señora, asistimos a una gigantesca manifestación, donde nos dimos vuelo con la cámara, la señora disfrutaba de nuestra presencia y nosotros ¿Qué decir?, estábamos encantados; cuando al final le informamos que nos trasladaríamos esa noche a Madrid, nos dijo y nos lo repitió en tres ocasiones, ¿están seguros que se quieren marchar?, mi casa es su casa y cuando ustedes quieran volver, lo único que tienen que hacer es abrir el refrigerador y confeccionar su comida, mi casa es su casa cuando ustedes lo deseen.

En Madrid nos instalamos en un hotel cerca de La Puerta del Sol, la ubicación siempre facilitó nuestro desplazamiento hacia los cuatro puntos cardinales, estábamos en el corazón de la capital española; una mañana, cuando caminábamos frente al monumento del Oso y el Madroño, unos jóvenes que venían de frente, hicieron como que se les cayeron unas monedas y cuando se agacharon a recogerlas, le agarraron los pies a Sergio, mientras otro le sacaba la cartera de la bolsa; me di cuenta de la maniobra y empecé a disparar mi cámara, retraté al que se llevó la cartera y a los demás delincuentes, uno de ellos lo seguimos y para desgracia del ladrón, se introdujo a un edificio que conocíamos.

Sergio se aposto en la puerta para que el delincuente no escapara y yo fui en busca de un policía; cuando lo encontré le dije. Perdone, a mi amigo lo acaban de asaltar, ¿a quién me tengo que dirigir?, de inmediato me dijo, ¡hombre pues a mí!, vamos con tu amigo; en el trayecto el policía me pregunto si en el asalto hubo violencia, le medio explique y me dijo, ¡hombre, pues si no hubo violencia, no se puede hacer gran cosa!, yo pensé en mis adentros, igualito que en mi tierra, investigan solo si te medio matan, ¡Pinche policía!

Cuando llegamos con Sergio, el policía preguntó, ¿seguro que reconocieron al delincuente?, ¡por supuesto oficial ahí entró!; me llegó la idea y le di unas pesetas a Sergio y le dije que fuera a cancelar sus tarjetas; Sergio fue hacer lo propio, mientras el policía me preguntó; ¿Ustedes son de Venezuela o de dónde?, de México oficial, de inmediato me dijo, ¡en tu pueblo acaban de quemar un tío!, le contesté que sí; volví a pensar en mis adentros y me dije, ¡Pinche policía!, nos dice lo que sucedió en nuestro país y para joderla fue en mi estado, me lo dice porque trata de decirme que nosotros somos unos barbaros, que lo que nos sucedió aquí es cualquier cosa; de inmediato le contesté. A si, nos enteramos, pero eso no es más que la herencia que nos dejaron los españoles; se hizo que no escucho y de inmediato tomo su radio y exigió que llegaran los refuerzos, nos llevaron a la estación de policía y más tarde llegaron los oficiales con el delincuente y como siempre sucede, la cartera nunca apareció.

Podría escribir muchas cuartillas más, porque fueron tantas las aventuras que vivimos, algunas las sufrimos, pero como nosotros las buscamos, las disfrutamos. La cena en la Torre Eiffel, recorrer el camino de Santiago en España y muchos proyectos más, quedaron pendientes.

Hoy Sergio emprendió otro viaje, seguro que lo va a disfrutar, digo disfrutar, porque él siempre fue un tipo agradable, amaba al mundo, disfrutaba el sol, la lluvia, los amaneceres, el ocaso, las contra luces, todo lo veía a través de la mirilla de su cámara y porque de él nunca escuché que se refiriera a alguien de manera grosera, él siempre fue cortes, educado, apoyador; los problemas del mundo, eran sus problemas, aunque poco es lo que se puede hacer, él siempre puso su granito de arena, siempre estuvo con su cámara en ristre, como él dijera, “palo que sea”. Su familia le va a extrañar, sus amigos lo van a extrañar, el que escribe lo va a extrañar; Sergio, descansa en paz. Que así sea.