Existe una necesidad urgente de revalorizar la democracia en nuestro país con acciones puntuales que renueven en los ciudadanos la confianza en las instituciones y el sentimiento de pertenencia a una sociedad en desarrollo.
El reto que tenemos los servidores públicos, es romper con el desencanto de la población, generar resultados y no sólo expectativas, porque la falta de beneficios palpables mina la moral de los ciudadanos y reduce el interés en los asuntos públicos.
El abstencionismo es un déficit grave en la democracia, hay que tomar en cuenta a aquellos que no votaron y a los que anularon su voto, porque es una alerta silenciosa, una llamada de atención a nuestro sistema y lo malo no es que se den este tipo de problemas sino la falta de atención. Hoy el 47.72% de la población no se siente representada por nadie, tiene un sentimiento de orfandad política y voltear la cara hacia otro lado no va a resolver el problema.
Para aquellos que no lo quieran ver, el asunto es más importante de lo que suponen, si sumamos la abstención 47.72% y el voto nulo 4.76%, tenemos que un 52.48% del padrón electoral no se sienten representados por los políticos, más de la mitad de la población se encuentra apática a participar en los asuntos públicos.
Somos la clase política la que debemos incentivar el interés del ciudadano en los procesos políticos, debemos procurar por todos los medios a nuestro alcance que los mexicanos recuperen el aprecio por la democracia, por las instituciones y sobre todo que ejerzan su ciudadanía y libertades de forma plena.
Nuestros esfuerzos no deben quedarse en ideas sino aplicarse en la práctica, hay que recomponer la democracia, obligar legalmente y en la realidad a que todo funcionario en todo momento con independencia del nivel y de su color, rinda cuentas claras y precisas que además de satisfacer la legalidad, satisfagan a la opinión pública.
Cero tolerancia a los corruptos, reducción drástica a los niveles de impunidad y castigos adecuados a la gravedad del delito. En esto, debemos unir fuerzas todos aquellos que tenemos interés en que funcione el sistema político-electoral. Abatir el crimen es prioritario.
Hay que reducir los gastos innecesarios y superfluos, para concentrarnos en invertir de manera inteligente y con base a información en sectores estratégicos que generen los mayores beneficios a más sectores de la población, como es el desarrollo y la tecnificación del campo.
Es detestable que existan pésimos políticos, pero que deje de haber políticos, eso sí sería algo catastrófico, porque alguien tienen que ocuparse de los asuntos de Estado, alguien debe velar por la estabilidad y el desarrollo del país. La peor tragedia que podríamos experimentar es que el número de ciudadanos desinteresados por los asuntos públicos siga creciendo y que el déficit de representación hiera a nuestras instituciones.
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