Que la gubernatura de dos años es un desatino, eso dicen los especialistas, los que aspiran a gobernar Veracruz y ya lo dirán las personas cuando se den cuenta de los gastos onerosos a que obliga esta decisión impulsada por el miedo.
Porque se sabe que la iniciativa, que saliera de la oficina mayor de Palacio de Gobierno, tenía como propósito que el que actualmente gobierna Veracruz pudiera tener al menos dos años de gracia para poder borrar las evidencias de sus desaciertos. Pero ojalá fuesen sólo desaciertos, la tozudez en la que mantuvo y mantiene a personas de su gabinete en el puesto, a pesar de sus malos resultados, nos obliga a pensar en una complicidad.
El caso es que, si no ocurre un giro drástico por parte de la Presidencia, en 2016 deberemos elegir a un gobernador que tendrá dos años para nivelar la nave que está yendo a pique; por supuesto dos años no serán suficientes. Y no serán suficientes porque el que llegue no sólo deberá recoger el desastre que dejaron los que se fueron, sino además tendrá que prestar oídos al clamor de los veracruzanos: “Meter a la cárcel a los responsables del desastre”.
No tendrá que ser sólo un asunto de cobrar cuentas pendientes, no se trata de una simple venganza, se trata de que impere la justicia en un estado en el que por más de 10 años ha imperado la impunidad para un grupo llamado “Fidelidad”. Causa gran malestar entre los veracruzanos que muchos de los que forman parte de ese grupo hayan comprado tres años de fuero legislativo. Érick Lagos, Jorge Carvallo, Édgar Spinoso, Tarek Badalá y Adolfo Mota lograron, con el dinero que se agenciaron, comprar muchos votos; ahora los presumen como si fueran dechado de popularidad, de querencia, de democracia.
Es por ello que el gobernador de dos años que llegue tendrá que poner en su lugar a los responsables, estén donde estén. Veracruz, gracias a ellos, ha quedado como zona de desastre. Sumado a ese clamor popular el próximo gobernador tendrá que poner orden a las finanzas del estado. El próximo gobernador tendrá que ser un buen administrador, pero también un gran político.
Ya son varios los que levantan la mano para buscar la gubernatura. Algunos de ellos sólo la levantan porque buscan llevar agua a su molino, hacerse más notorios y al final obtener algún cargo en el gabinete; en pocas palabras tienen pensado vivir por más tiempo dentro del presupuesto.
Los candidatos serios y que más posibilidades tienen son tres, los tres son Yunes, una coincidencia a la que nos hemos ido acostumbrando, pero que en otros lugares pudiera parecer más que singular.
Uno de ellos es verdadera oposición y piensa dar gusto a aquellos que quieren ver en la cárcel al gobernador y sus secuaces. De ser candidato muchos votos se agenciara con ello. Desde los tiempos de Fidel Herrera el gobierno de Veracruz se ha ocupado de presentarlo como un sujeto de mala reputación; pero este gobierno tiene, comprobado, el peor descrédito.
El otro Yunes ya empezó con sus trastadas. A estas alturas ya manifiesta que su verdad es absoluta y con encuestas pagadas, inclinadas a su favor, piensa de manera muy irrespetuosa poner a sus adversarios en la lona, incluso antes de iniciar la contienda. En ello se parece a Fidel Herrera, cuando hacía sus encuestas tipo Gándara en las que preguntaba: “A usted le parece que Fidel Herrera es: A) Guapo. B) Bello. C) Hermoso”. Así Héctor Yunes piensa convencerse a sí mismo que la gente urge porque él llegue a ser gobernador. Pero, según sus últimos movimientos y alianzas progobiernistas, Héctor sería una garantía para que Duarte huyera por la puerta trasera.
José Yunes Zorrilla es el tercer Yunes. Su gran pecado, dicen algunos, es que es un hombre que ha sido preparado desde hace muchos años para gobernar Veracruz; otros señalan que esa es su gran virtud. Alejado de los grupos “fidelistas”, José Yunes ha logrado fincar un capital político muy desde la prudencia y la discreción. Los que no lo quieren señalan que es demasiado pasivo, que le falta ímpetu y que por lo mismo no tendría carácter para gobernar un estado que requiere esa dualidad que pocos poseen, ser un buen político y además un eficiente administrador. Cabe señalar que el senador Yunes es el presidente de la Comisión de Hacienda en el Senado de la República; eso tendría que valer en un currículum para advertir a un buen administrador.
Los otros aspirantes sólo serán comparsa, algunos de ellos estorbo. Aquellos que como Gerardo Buganza, quieran sentirse como “El Bronco” de Nuevo León están muy lejos de parecerse a él. Como diría el filósofo Juan Gabriel, “para eso a ellos les falta, lo que “El Bronco” tiene de más”.

Postdata 1: Para el próximo cumpleaños de Javier Duarte
Si me lo aceptara, el próximo 19 de septiembre, cumpleaños de Javier Duarte, me gustaría regalarle un libro del que orgullosamente soy el editor: El gran solitario de Palacio de René Avilés Fabila. Digo, para que se vaya preparando mentalmente y la depresión post poder no le agarre tan desprevenido.

Armando Ortiz aortiz52@nullhotmail.com