Un elemento novedoso de la elección del pasado 7 de junio fue la participación de candidatos independientes, que implica un cambio relevante en el sistema político mexicano. Sólo cinco de los que disputaban un puesto de elección popular ganaron. Son todavía muy pocos, pero abren una nueva manera de acceder al poder.

Ahora presento una sintética semblanza de Pedro Kumamoto Aguilar (Guadalajara, 1990), Kuma, como le dicen sus amigos. Gana la diputación local por el Distrito 10 de Jalisco, uno de los más grandes e importantes del país, con sede en Zapopan, en la zona conurbada de Guadalajara. Obtuvo 39% de los votos. Nunca ha militado en partidos.

Su bisabuelo es un emigrante japonés que se estableció en Chiapas. Es egresado de la licenciatura en Gestión Cultural, en el ITESO, la Universidad de los jesuitas en Guadalajara. Del 2012 al 2014 fue presidente de su Sociedad de Alumnos. Participó en el proyecto universitario Observatorio Legislativo, organismo que evalúa al Congreso local y en Wikipolítica Jalisco, organización que con la tecnología pretende involucrar a la ciudadanía en la toma de decisiones.

En la campaña sólo invirtió 250,000 pesos, 20% del tope aprobado de 1 millón 226,000 pesos. De esa cantidad 18,626 pesos fueron públicos y el resto donaciones privadas que no podrían rebasar lo 7,000 pesos. Tuvo 120 donantes. Parte de la estrategia de campaña fue la austeridad, para demostrar por la vía de los hechos que es posible ganar sin los cuantiosos recursos que hoy se dedican a las campañas.

El trabajo se sostuvo en el apoyo voluntario de jóvenes universitarios al que se incorporaron académicos y artistas. El lema fue “Los muros sí caen”. La campaña se caracterizó por su creatividad, originalidad y mantuvo un tono fresco y divertido. El instrumento fundamental para transmitir los planteamientos, siempre propositivos, fueron las redes sociales. La mayor parte de los escasos recursos se destinaron a publicidad en ese medio.

En la campaña nunca hizo promesas y siempre invitó al trabajo. El tono fue que los problemas del país no los puede resolver un diputado independiente, pero sí “pueden ser resueltos si nos involucramos en la toma de decisiones, si exigimos, si fiscalizamos, si participamos, si nos involucramos en la vida pública, si somos miles, entonces las cosas sí van a cambiar”. A los votantes eso les hizo sentido.

Su proyecto central como legislador es “incentivar la participación ciudadana dentro y fuera del gobierno”. Los diputados, dice Kuma, “son sinónimo de extravagancia, de vanidad, de dinero mal habido, de corrupción”. Él sabe que su gestión tiene que ser diferente. Su actual popularidad la explica porque “es una historia de David contra Goliat y esas historias siempre son interesantes porque nos hacen ver que esos Goliat no eran tan gigantes como pensábamos