Yo diría que Miriam Libhaber no tiene manos sino que tiene alas, y su arte vuela sobre los materiales para transformarlos en pasmosos vuelos de colores y ensoñaciones del dibujo que nos dicen cosas diferentes sobre las cosas que vemos todos los días. De la mano de sus dedos plumas, en sus obras plásticas nos asomamos al mundo de la creación, vuelta arte sobre la inmortal arcilla o sobre el novísimo acrílico.
Toda esta explosión de lirismo me ha salido -perdón a la paciente lectora, disculpa al impaciente lector- ante la contemplación de la obra de esta singular artista mexicana, que tendremos oportunidad de ver en Xalapa a partir de este viernes 26 y durante muchos días más en el (¿o la?) mezzanine del Museo de Antropología de Xalapa.
Se ha anunciado que en punto de las 6 de la tarde del día señalado, la propia Rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara, estará inaugurando oficialmente la exposición, y para los sedientos hay la buena noticia de que habrá vino de honor.
Elijo no cansar a los lectores con la información biográfica de la autora porque tendrán oportunidad de conocerla a plenitud durante el evento inaugural, y además de platicar con ella y dar cuenta de su sencillez en el trato y la profundidad de sus planteamientos artísticos.
La invitación está hecha y me planto en la incitación a conocer la visión sorprendente de Miriam Libhaber, con sus ángulos inusitados y su coloración discreta aunque despampanante, si se puede la paradoja.
Como salida, dejo en adelante y hasta el final lo escrito por Maliyel Beverido, quien se suma al entusiasmo por nuestra artista, mexicana hasta las cachas no obstante su nomenclatura extranjera. Va la poeta:
“Nuestra primera habitación es la piel, pero la epidermis humana es frágil, vulnerable y ha sido necesario cubrirla para protegernos. Nos hemos vestido de casas.
“La casa, más que una prolongación del cuerpo, es una prolongación y envoltura de lo humano. Es la piel sedentaria. En su interior los muros hablan de sus ocupantes, pero su exterior también refleja la humanidad que encierran, y puede leerse como una alegoría o metáfora inserta en el discurso urbano.
“Muchas culturas han proyectado en sus ciudades una recreación de su cosmovisión: distribuyen sus componentes según el modelo ideal del universo, sus trazos urbanísticos representan el ordenamiento de las fuerzas naturales y divinas. Luego, el paso de la historia se encarga de olvidar o desmantelar esas pautas y superpone otras, quizá cada vez más dadas a un pragmatismo dictado por la economía, y un orden da paso a otro, aunque éste se vaya pareciendo al caos. En todo caso, cada ciudad es visión y heredad del colectivo humano en sus necesidades de misticismo y de practicidad.
“A través del trabajo plástico, Miriam Libhaber propone un reordenamiento personal de la ciudad y una reconceptualización de lo urbano como enunciado de lo humano.
“De piel áspera o piel tersa, oscura o clara, agrietada o firme, la ciudad dejar ver sus circunstancias actuales, su historia y su devenir a quien la escrute con atentos ojos.
“La mirada de Miriam Libhaber funde y funda. Pone su piedra de toque y erige en torno.
Así, la piel superpuesta -la casa- y el gran organismo de funciones diferenciadas -la ciudad- se muestran aquí para recibir la caricia de miradas, invitando a concebir nuevos ideales.”
Gracias a Maliyel por su texto y gracias a Miriam por su obra, que este viernes 26 empezaremos a conocer mejor.
Nos vemos en el MAX.
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