El 10 de junio pasado, el papa Francisco anunció la creación de un tribunal de la iglesia católica, para juzgar a los obispos que encubran a los sacerdotes pedófilos de sus diócesis. La nueva dependencia pasa a formar parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

La decisión papal fue celebrada por organizaciones de víctimas, que piensan que la medida va al fondo del problema al castigar el encubrimiento. Dicen que una gran parte de los casos se hubieran evitado si las autoridades eclesiales, los obispos, no hubieran encubierto, de una u otra manera, a los sacerdotes pedófilos.

El tribunal va a juzgar el “delito de abuso de poder episcopal”, que ya existía en el derecho canónigo, pero ahora se tipifica, de manera específica, como falta grave el no denunciar los casos de pedofilia y el no dar seguimiento a las denuncias de las víctimas. Al inicio de este año, el papa mandó una carta a los obispos donde les instaba a no encubrir los casos de abuso sexual a menores.

Una de las demandas más sentidas de las organizaciones de víctimas de la pederastia es precisamente que los obispos dejaran de encubrir a sus sacerdotes. El añadido surge como propuesta de la Comisión para la Tutela de los Menores, que el papa estableció el año pasado, para analizar y ofrecer soluciones a este grave problema. Entre sus integrantes hay quienes fueron víctimas.

Francesco Peloso, reconocido vaticanista, dice que la reforma es positiva “porque finalmente el Vaticano admite la responsabilidad de los obispos, visto que no sólo es culpable quien abusó de un menor sino también quien lo encubrió o empantanó la investigación”, y añade que lo importante es que se aplique la norma, porque hay evidencia de que las conferencias episcopales, menciona a la de Italia y México, no son muy receptivas a este tipo de normativas.

Para Terence McKiernan, que encabeza una red para documentar casos de pederastia (BishopAccountability.org), el anuncio “es un primer paso promisorio, que establece una estructura, presupuesto y personal para actuar sobre estos casos. Pero, si llega a realmente tener efecto, está por verse”.

En los códigos penales de los países democráticos el encubrimiento de los criminales, los pederastas lo son, es un delito punible y los encubridores deben responder ante la ley. En los países católicos ha sido frecuente cierto contubernio, por razones políticas, entre las autoridades civiles y las eclesiales, para encubrir a los pederastas. Esta práctica, que nunca debió existir, debe terminar.

El papa da un paso adelante en el cambio de la Iglesia y hace realidad lo dicho a seis víctimas, en una misa del 7 de julio del 2014, cuando les dijo “me comprometo a no tolerar el daño infligido a un menor por parte de nadie, independientemente de su estado clerical. Todos lo obispos deben ejercer su servicio de pastores para salvaguardar la protección de los menores y rendirán cuentas de esa responsabilidad”.