Platicando con un Médico, me comenta que hay un producto en el mercado internacional muy útil para combatir problemas venosos en miembros inferiores. Pero también me dice que no se ha podido importar a México porque la Cofepris no lo ha autorizado, debido a que la marca líder ha negociado que ningún competidor pueda entrar al mercado mexicano.

Me comenta que el producto líder en varios tratamientos de salud, generalmente resuelve los síntomas, pero no resuelve el problema es decir no cura. Y lo mismo pasa para un medicamento para las hemorroides que para le medicamento para las venas de las piernas, y para muchos otros medicamentos.

Leo un análisis sobre el etiquetado de productos en nuestro país, y descubro que la información nutrimental que presentan los fabricantes de alimentos resulta muy confuso para el consumidor. Por ejemplo, cuando leemos la información de un litro de ^algo^, resulta que la información viene por porción, es decir, considerando que el consumidor sólo va a utilizar un cuarto de litro, o 250 mililitros. Así, si el consumidor consume el litro completo, tendrá que multiplicar por cuatro la información que se presenta en el empaque del líquido.

Y lo mismo sucede para alimentos sólidos. Nos enfrentamos a situaciones como el caso de unas galletas, en que la porción son dos galletas, pero son tan adictivas que se acaba uno varios paquetes antes de vencer la tentación. Claro que si piensa usted consumir alimentos frescos, como el queso, considere que nadie vigila la higiene con la cual fue preparado. Y si pensamos en fondas y restaurantes, taquerías y antojerias, la situación es exactamente la misma. No hay autoridad que lo proteja a usted.

¿A dónde quiero llegar? A que mientras en otros países hay reglas claras, para proteger a la población, en México no existe el interés ciudadano. La población se percibe como una manada de consumidores sin razón y sin criterio, prácticamente tenemos el mismo valor que un animal. La autoridad no hace absolutamente nada por mejorar nuestra situación y por protegernos de cualquier confusión o abuso de los grandes consorcios.

Así como nuestra salud importa menos que la negociación que haga una empresa líder en venta de ¨x¨ producto medicinal, de tal manera que la autoridad no permite que se importe un medicamento más efectivo y sobre todo curativo. Así también el gobierno finge combatir la obesidad, elevando los impuestos a los alimentos calóricos, peor en realidad no le importa la epidemia de obesos que pululamos por todo el país, y mucho menos importa el costo para los sistemas de salud, ante males y enfermedades que no deberías tener si estuviéramos al tanto de los problemas a los que nos enfrentamos debido a nuestros hábitos alimenticios.

Así, los intereses de las grandes empresas siempre están por encima del interés del pueblo de México. Desde el Olimpo nacional, nos miran a todos como fuente de ingresos, pero jamás como seres humanos. Y si no somos humanos, ni para vigilar que un queso de Oaxaca no esté contaminado con heces fecales, tampoco seremos considerados como humanos por ningún otro motivo.

Y esto viene a colación, porque un ciudadano norteamericano tiene un valor enorme para su gobierno. Allá el pueblo exige al gobierno la defensa de los intereses del ciudadano, y cuando el gobierno no responde a la petición correctamente, siempre es castigado en las urnas. Aquí en México no importamos absolutamente para nada en ningún nivel de gobierno, salvo por el día en que valemos mucho por unas horas, el día de las elecciones.

Cuando en una película vemos que un tipo dice: ¨no me harás nada porque soy americano¨, seguro que nos morimos de envidia, porque sabemos que si dijéramos lo mismo, pero afirmando que somos mexicanos, el propio maleante nos diría tras una carcajada, que en México, los mexicanos no le importan a nadie, y por consiguiente no le importamos a las autoridades, al gobierno.

¿O usted ha percibido que es importante en… digamos, en el IMSS? ¿O en el MP cuando presenta usted una denuncia? ¿Se atreve usted a denunciar? –Que valiente-. En presencia de una empresa muy grande y poderosa, como por ejemplo las compañías que proporcionan el servicio de telefonía celular ¿Usted siente que la relación de negocios es justa? ¿Qué es equitativa? ¿Qué no hay abusos? Seguro estoy que se ha sentido vejado y humillado en más de una ocasión, y posteriormente frustrado ante la realidad de que no hay autoridad que le defienda, le proteja, le haga sentir que como ciudadano y en estos casos, como consumidor (Lo lamento profeco, pero eres demasiado burocrática) usted a nadie le importa. Ni a la empresa que le vende un bien o servicio, ni a la autoridad que está en su puesto supuestamente para servirle. Si acaso, ya sabe usted que vive en un país donde campea la ilegalidad, el abuso, y sobre todo la frustración e indefensión de las mayorías que se dan cuenta de que son vejadas, pero nada pueden hacer para evitarlo.

Mi conclusión es que no sirve de mucho ser mexicano, cuando uno enfrenta un problema grave. De hecho sin problemas, nos sirve para celebra nuestra mexicanidad y adorar a los falsos héroes actuales. Pero fuera de eso, ni la autoridad se preocupa por usted, ni los particulares, sus proveedores están dispuestos a perder un minuto de soberbia en su trato con usted.

¿Es el México que heredaremos a las siguientes generaciones? ¿El de la corrupción rampante? ¿Ese México dónde alguien se atreve a jugar con la salud de millones a cambio de una jugosa mordida? México: me dueles. México: me averguenzas. México: a pesar de todo te sigo queriendo como el primer día.

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