Le tocó vivir intensamente, contrastando su frágil fisonomía, con la valentía y arrojo, de aspecto personal que aparentaba timidez pero con una gran fuerza de espíritu, resistente y perseverante en las encomiendas, en las batallas y sacrificios por la patria.

Así era José Nemesio Francisco Degollado Sánchez, conocido en la historia de nuestro país como Santos Degollado, nombre que tomó por la fecha de su bautizo, hijo de don Francisco Degollado de origen español y su madre originaria de Guanajuato la señora Mariana Sánchez. Su padre arribo al puerto de Veracruz proveniente de la península Ibérica a fines del siglo XVIII, trasladándose al estado de Guanajuato en donde se hace propietario de la hacienda Los robles lo que le permitió ser un acaudalado hacendado, fortuna que le confiscó el gobierno virreinal por ser simpatizante de la causa independentista, a su muerte; Santos junto con su hermano Rafael y su madre se trasladan a la ciudad de México con su tío materno el presbítero Mariano Garrido a quien lo comisionan al la parroquia de Cocupao en Michoacán a donde se traslada la familia, en ese sitio Santos Degollado pasa su infancia y sus estudios iniciales, a los 17 años contrae matrimonio y se ve en la necesidad de viajar para el sostenimiento de su hogar viajando a Morelia donde aprende varios oficios, le dedica tiempo a la lectura, el dibujo y principalmente la taquigrafía un oficio nuevo aprendido de un libro francés lo que le permitió un trabajo en la iglesia catedral, en sus ratos libres aprendió árabe, hebreo, latín, y francés además de ciencias exactas, astronómicas y doctrinas filosóficas. Conocimientos que se los transmitió posteriormente a sus hijos Joaquín y Mariano.

A los 24 años siendo un joven liberal combatía a los conservadores al poco tiempo su amistad con Melchor Ocampo le inspira en su labor educativa reabriendo el antiguo Colegio de San Nicolás.
Durante su participación con la fuerzas federalistas combate a Santa Anna al que derrota en tres ocasiones siendo designado gobernados de Jalisco a finales de 1855 y unos meses en 1856. Al dejar la gubernatura es nombrado diputado constituyente, Benito Juárez lo nombra Secretario de Guerra, en ese cargo pierde varias batallas, la más memorable es la del 11 de abril de 1859 en Tacubaya en donde Miramón apresa a 53 hombres entre los cuales se encontraba el medico xalapeño y poeta Juan Díaz Covarrubias, siendo fusilados y conociéndose el hecho como los mártires de Tacubaya.

Un año después es nombrado Secretario de Relaciones Exteriores en sustitución de Melchor Ocampo quien sale debido a las presiones ejercidas a raíz de la firma del tratado McLane – Ocampo, el cual en su parte medular otorgaba a perpetuidad el transito de los Estados Unidos por el Istmo de Tehuantepec, a Degollado no le fue tampoco bien al mando de esa secretaría de la cual saló a los tres meses después de asumir el puesto debido a la presión ejercida por Gran Bretaña que apoyó a los conservadores para mediar con los liberales, propuesta que apoyo y fue mal vista ganándose el rechazo de los liberales e incluso por Juárez.

A finales de 1860 ante las derrotas infringidas a los conservadores, un grupo de comerciantes decide sacar del país $1 124 414.00, que fueron interceptados en Tampico. Ante la disyuntiva de inyectar recursos tan necesarios a la causa o se reintegraban a sus dueños, doblado decide reintegrar $400,000 a comerciantes británicos y el resto entregado a González Ortega para recuperar Guadalajara y partir hacia Calpulalpan para derrotar a Miramón en la decisiva batalla que consumó el triunfo de la Reforma.

Al año siguiente, como el estruendo de un rayo fulminante sintió la noticia del asesinato de su amigo y tutor Melchor Ocampo al lado de la Gavilla de Liondro Cajilla en Tepeji del Río, pide permiso al congreso para ir a cobrar la afrenta saliendo el 7 de junio de 1861 con destino inicial de Toluca, el 15 del mismo mes Juárez le manda apoyo militar a don Santos, la tarde de ese día una bala se alojó en su cabeza, el faccioso Chato Alejandro lo remató en el suelo, pero santos ya se encontraba sin vida cuando fue rematado a las cinco de la tarde de esa gris tarde de junio.
Posteriormente fue declarado “Benemérito de la patria”.

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