“El pensamiento del mal.”
En casi todos los lugares del mundo se están conmemorando los 70 años del fin de la segunda guerra mundial, éste conflicto bélico nos enseñó de manera muy clara las atrocidades que pueden cometer los seres humanos. La importancia de conocer, investigar, escribir y comentar sobre la segunda guerra mundial, es para estar siempre alertas y prevenir se repitan hechos tan infames que causaron horror.
Por lo antes mencionado, he diseñado un tríptico de lecturas que nos ayudará a conocer y comprender de manera profunda, lo que fue el pensamiento y la ideología en la guerra, desarrollado en el libro: Mi Lucha, escrito por Adolfo Hitler. Inmediatamente después conoceremos las consecuencias de ese pensamiento, descrito en: El Diario de Ana Frank, y finalmente, desde la creación artística Albert Camus en su obra de teatro: Calígula, nos presenta la figura de dos crueles dictadores como lo fueron Mussolini y Hitler.
Hablar y escribir sobre Mi Lucha, casi ha sido algo prohibido y mal visto, en Alemania desde que concluyó la guerra en 1945 es “lectura prohibida”, hoy está vigente la discusión si el libro debe ser reimpreso y puesto al dominio público para su lectura, las opiniones son encontradas, sin embargo, considero que el libro debe ser leído, tal vez, por no leerse cuando salió publicado, Hitler llegó al poder democráticamente respaldado por el pueblo alemán y cometió todos los crímenes y horrores que se conocen.
Es importante conocer el contexto en que Hitler escribió Mi Lucha. El libro fue escrito en dos partes, la primera en 1924 (estando en prisión) y la segunda en 1926, el dato anterior es muy valioso, porque Hitler llegó al poder en 1933, esto indica que si la obra fue realmente leída, los alemanes llevaron al poder conscientemente a un hombre intolerante, amante de la guerra, genocida, racista, etc. cuando se realiza la lectura de Mi Lucha, si algo queda muy claro es que Hitler nunca engañó a nadie de sus propósitos, su odio hacia los judíos y comunistas, su pasión por la guerra, están claramente demostrado en esta obra.
En la primera parte del libro, el lector encontrará datos autobiográficos de su escritor, Hitler narra que nació en el año 1890 en Braunau, pequeña ciudad austriaca. Desde muy joven fue ferviente lector, preferentemente leía historia y temas sobre las guerras: “En el estante de libros de mi padre encontré diversas obras militares, entre ellas una edición popular de la guerra franco-prusiana de 1870-1871. Desde entonces me entusiasmó cada vez más todo aquello que tenía alguna relación con la guerra o con la vida militar.”
Cuando murieron sus padres Hitler se fue a vivir a Viena, Austria, en esta obra desde las primeras páginas se percibe el repudio por el Estado Austriaco, es por ello que manifestaba: “La generalidad no se daba cuenta de que si en Austria no hubiese existido un núcleo alemán de sangre pura, jamás habría tenido el germanismo la energía suficiente para imprimirle su sello a un Estado. Repugnante me era el conglomerado de razas reunidas en la capital de la monarquía austriaca, repugnante esa promiscuidad de checos, polacos, húngaros, ruteros, servios, croatas, etc. y en medio de todos ellos, a manera de eterno bacilo disociador de la humanidad, el judío y siempre el judío.”
Los datos y el contexto histórico que Hitler desarrolla en la primera parte de la obra, son interesantes como conocimiento, habla sobre el funcionamiento del parlamentarismo en Alemania, narra desde su visión y participación como soldado los motivos, causas y derrota de su Patria en la primera guerra mundial, pero no hay apartado donde no quede de manifiesto su odio hacia el judío, su teoría racista y sobre todo, estaba convencido que sólo a través de una segunda guerra, Alemania resurgiría de la miseria en que la tenían sumida las naciones vencedoras y sobre todo el pueblo judío.
Hitler abiertamente señalaba que Alemania alcanzaría la grandeza a la que estaba predestinada sólo si recuperaba la pureza de su sangre, según Hitler: “El ario debió seguir el camino que la realidad le señalaba y no aquel otro que cabe en la fantasía de un moderno pacifista. La mezcla de sangre y, por consiguiente, la decadencia racial son las únicas causas de la desaparición de viejas culturas; pues, los pueblos no mueren por consecuencia de guerras perdidas sino debido a la anulación de aquella fuerza de resistencia que sólo es propia de la sangre incontaminada.”
Sobre el pueblo judío Hitler tenía su visión y sus planes muy claros, en cuanto a la imagen del judío expresó: “El judío fue siempre un parásito en el organismo nacional de otros pueblos, y si alguna vez abandonó su campo de actividad, no fue por voluntad propia, sino como un resultado de la expulsión que de tiempo en tiempo sufriera de aquellos pueblos de cuya hospitalidad había abusado. Propagarse es una característica típica de todos los parásitos, y es así como el judío busca siempre un campo nuevo de nutrición. El antípoda del ario es el judío.”
El programa de Adolfo Hitler era muy claro, se tenían que: “Establecer mejores condiciones para nuestro desarrollo a base de un profundo sentimiento de responsabilidad social aparejado con la férrea decisión de anular a los depravados incorregibles.” Es importante señalar, que lo de anular incluía judíos, y alemanes mal nacidos o que no respetaran la ideología nacionalsocialista, porque Alemania estaba predestinada a la grandeza y sino luchaba por ella: “El mundo no se ha hecho para los pueblos cobardes.”
Todo lo hasta aquí comentado son algunos puntos que podrán leer en la primera parte de Mi Lucha, en la segunda parte de la obra, Hitler desarrolla de manera clara y abierta la ideología nacionalsocialista, basada en el racismo.
Finalmente, sé que hay cosas de las que a veces no se quisieran hablar, pero sería un error olvidarlas, leer Mi Lucha, es refrescarle a la memoria lo cruel e intolerantes que podemos ser, no se trata de juzgar o culpar, muchos menos de defender lo indefendible, se trata de humanizar cada día más al ser humano, que en muchas ocasiones actúa tan inhumanamente, esa es y debe ser nuestra lucha, la paz y la concordia, en lugar de la guerra y el horror.
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