De Rubén se destaca su trabajo como FOTOPERIODISTA y de Nadia, su activismo social; de ambos su actitud crítica y las amenazas que habían recibido. El contexto que se impone al crimen de estos jóvenes nos remite a un Veracruz violento y con gobierno autoritario; ellos se perfilan como evidentes víctimas políticas; estamos ante un asesinato político que despierta polémicas, deslindes y condenas ineludibles. Eso es la obviedad.

Pero detrás de estos muchachos hay una forma de ser, un perfil y una personalidad; no es casual que hayan coincidido en Xalapa. Son jóvenes rebeldes, antiautoritarios, con inclinación antisistemica. Su actividad es solidaria con causa sociales, son generosos y giran en torno a ideas y sueños. Su perfil, contestatario auténtico, desprendido de lo material, es absolutamente incomprendido por los políticos tradicionales, oficiales o de falsa oposición.

Entre las mentes burocráticas, cómodas, clientelares o corruptas esa forma de ser, como la de Nadia y Rubén, resulta extraña y sospechosa; no conciben que alguien haga algo sin pago a cambio. Sobre todo los políticos oficialistas los ven y tratan como drogadictos o indigentes; a su dignidad incorruptible ofrecen burlas y desprecios. En muchos sentidos personas como Rubén y Nadia son ejemplares.

Tengo una simpatía natural por los luchadores sociales, por aquellos que dan algo al prójimo desinteresadamente, por los que sueñan en una mejor sociedad, siempre simpatizaré con los que se oponen al poder, los de convicciones, por los que se desprenden de lo material, por los rebeldes, por los que desafían al status quo, los que hacen diferencia, los que se vuelven referente; así eran Rubén y Nadia, felices por sus actividades, valientes. Mis respetos para estos muchachos.

Viéndolos así, como personas absolutamente honorables, ejemplares, con sacrificios voluntarios y desafiantes de la represión oficial, de ese mundo torcido y podrido, resultan ofensivas a su memoria y al sentido común las versiones absurdas que se han venido elaborando por las autoridades del Distrito Federal, con la intención de cubrir las evidentes motivaciones políticas que están detrás del crimen.

No conocí a Nadia personalmente, sin embargo me resulta cercana ahora que se de su actividad; veo en ella a otras compañeras que durante mucho tiempo he conocido en Xalapa y en veracruz, a jóvenes mujeres que se abren su propio espacio, que construyen su camino con honradez y luchan; era una mujer de lucha, valiosa en grande por su compromiso social. A Rubén lo vi muchas veces en mis actividades con la prensa, no tuvimos trato, lo ubiqué inmediatamente cuando el anuncio de su exilio por las amenazas de las que habló abiertamente; lamento no haberlo tratado, tal ves por su formación no tuvo la confianza plena en mi, al creer que todos los que andamos en partidos y en la política somos iguales, sobre todo con la mala fama que carga el PRD.

Lamento la perdida de dos vidas jóvenes y valiosas, Rubén y Nadia tenían un futuro vital y libertario; sus amigos y familiares deben saber que se les tiene en alta estima, que se le reconoce como personas comprometidas y de convicción; enfrentaron poderes mayores y sin control, a fuerzas oscuras, a las que no temían; su martirio deja un ejemplo de vida, luchando por lo que crees, por causas justas, tienes una realización. Si la vida tiene sentido común, más allá de lo de cada uno, hay que aprender de ellos, idealistas, de Nadia y Rubén.
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Recadito: Mi tercer informe de labores legislativas es el domingo 16 de agosto; los espero.