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Vivimos rodeados de múltiples peligros y amenazas constantes, lo cual nos ha orillado a la industria del miedo, materia prima del control social. Como bien decía Eduardo Galeano, el miedo es global: “Es el tiempo del miedo, La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir. Miedo a la multitud […] quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida”.
Y entre tantos sucesos es inevitable que nuestra atención se dirija hacia la inseguridad del estado y el país, los múltiples homicidios sin aclarar, los atentados hacia la prensa, etc. ¿Pero cuántos se preocupan por lo que pasa con la tierra? ¿Con la naturaleza?. Todos los días ingerimos comida sin saber su origen, los procesos de fabricación o los químicos utilizados en su gestación.
El pasado 10 de agosto se hizo viral un vídeo en el cual vemos sufriendo a una tortuga marina mientras le extraen un popote de la nariz, después de verlo me pregunto ¿en qué momento nos olvidamos del resto de especies y creímos que como seres humanos teníamos derecho a desafiar a la naturaleza?. El material audiovisual se grabó para concientizar sobre las consecuencias de tirar basura en el mar, tuvo lugar en Costa Rica y puede ser encontrado fácilmente en YouTube.
Pero la basura es sólo la punta del iceberg, en China mueren 4 mil personas al día por la contaminación. En todo el mundo la contaminación del aire causa anualmente más de 3 millones de muertes, más de las que provocan el sida, la malaria, la diabetes o la tuberculosis. Y aun con estos datos pareciera que el medio ambiente no importa. No existen regulaciones a los cultivos, Greenpeace exhibe que México ocupa 29 agrotóxicos en las distintas empresas de alimentos que ya han sido prohibidas en otros países.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, las partículas suspendidas en el aire afectan a más personas que cualquier otro contaminante, al inhalarlas pueden llegar a los bronquios, ocasionando enfermedades respiratorias e incluso cáncer. Así mismo ha señalado que la contaminación atmosférica es causante de alrededor de dos millones de muertes prematuras al año en todo el mundo.
Otro gran problema es la ingesta de alimentos transgénicos, -que está comprobado dañan a la salud- y productos de los cuales no conocemos su proceso de elaboración. Los más afortunados económicamente pueden darse el lujo de consumir productos orgánicos, pero para la mayoría de mexicanos incluye en su dieta productos comerciales provenientes de Kelloggs, Jumex, Hérdez, entre otras marcas.
Recientemente Greenpeace solicitó a varias empresas transparentar sus procesos de producción, de las cuales Bachoco, Gruma, Hérdez. La costeña, Kelloggs, Coca Cola, La moderna y Jumex no proporcionaron información alguna, Quizás los productos son sumamente apetitosos a la vista, pero cuando nos damos cuenta de nuestro desconocimiento al consumirlos es más fácil entender porque como nación padecemos tantas enfermedades sin conocer su origen, así mismo quienes han decidido cambiar su alimentación y consumen productos orgánicos han visto mejorías en la salud, sin embargo este es un privilegio que no pueden tener todos.
Lo que sí podemos hacer, es darle voz a los activistas que también han sufrido atentados por parte de empresas y gobierno, poner atención a nuestros hábitos de consumo, crear conciencia entre los nuestros respecto a lo que le hacemos al mundo y lo que le dejamos a las generaciones futuras y exigir que se hagan regulaciones debidas para los desechos de las empresas y la producción de alimentos.