Hay veces que estamos de buenas y otras, claro, de la chingada. Tan de buenas a veces que perdonamos todo, hasta la mentada de madres del vecino que poco o nada nos simpatiza. Tan de malas en otras ocasiones que preferimos no salir de casa, no vaya a ser que nos mee un perro, lo cual sucede pero es de la familia. Vaya, son esos días de fatalidades cotidianas, de esos cuando nos lleva un tren o la que nos trajo.

Días de desgracias que parecen que ahora van en aumento, como un mal endémico sin visos de cura, sino todo lo contrario. Por doquier sólo vemos el afloramiento del lado oscurísimo de la Humanidad que yo no es tal. Desde luego, hay excepciones: aún hay débiles horizontes de esperanza y a los que hay que asirse…

En fin, loqueo, dijera mi madre. El caso es que fui la semana pasada al IMSS por una consulta (“Es cita”, me corrigió una enfermera), para un chequeo general… Y, bueno, muchos ya sabemos: es el peregrinar de lastimeras solicitudes y arrogantes atenciones –cuando las hay, porque muchas veces ni eso, ninguna atención. Vaya, antes muerto que Lichita… Perdón, antes muerto (¡ojalá aún no!) que el IMSS, porque eso del PreveniMSS deja mucho que desear y coraje y dolor. Digo, imagínense esa gente jodida que sufre más que un servidor. Dios nos libre.

Pero no hay de qué preocuparse, el presidente Enrique Peña Nieto nos dio un informe de gobierno chingón: México se mueve, carajos, por qué ser tan pesimista y negativo. Y si no, pos hay que darle otros tres años y verán cómo nuestro México se moverá… ¿Hacia a dónde? Vaya usted a saber. Además, estamos en el inicio del mes patrio, tiempo durante el cual reafirmamos nuestra identidad (ajá), porque somos muy chingones, todo nos vale madres y que chingue su madre el que se raje… ¿O no?

¡Qué importa que seamos un chingo de mexicanitos! En el 2014 éramos poca más de 120 millones de habitantes, pero dicen que a finales de este año, seremos 122 millones, y al finalizar el presente sexenio de Peña Nieto seremos 126 millones. Ahí nada, pescadito. Pero no creo que haya tanto problema. Seguramente la pobreza bajará, al igual que la violencia y todo ese maldito mal. Seremos un país feliz. ¿En verdad, Quimosabi?

Los días y los temas

Este 4 de septiembre, integrantes del Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Palacio Legislativo tendrán asamblea para elegir a su Secretario General y Comité para un nuevo periodo. Bueno, parafraseo lo que escribió Martin Niemoeller, Pastor protestante alemán: “Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar”. El que tenga oídos, oiga.

De cinismo y anexas

Por cierto, decía Rafael Chirbes que “a la gente le da todo igual; mientras no le tiren la basura del otro lado de la tapia, ni le llegue el olor de podredumbre a la terraza, se puede hundir el mundo en mierda”. Y George Bernard Shaw dijo que “el peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia: esa es la esencia de la inhumanidad”.

Bueno, yo digo en el libro Nada, yo soy Adán (por cierto, en este mes habrá dos presentaciones, ahí luego los invito) que “la peor indiferencia es verse en el espejo y no hacer nada”.

Por lo pronto, ahí se ven.