En la elección presidencial del pasado domingo ganó Jimmy Morales, Frente de Convergencia Nacional (FCN), con 23.88% de los votos. Computadas 98.4% de las actas, le sigue Sandra Torres, Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), con 19.72% y Manuel Baldizón, Libertad Democrática Renovada (Lider), con 19.61 por ciento. Las encuestas favorecían a Baldizón por 10 puntos y daban a Torres el tercer lugar.

El 25 de octubre es la segunda vuelta, ya sólo entre Morales y todo indica que Torres. A Morales, un comediante de la televisión, con un doctorado en Seguridad Estratégica, que participa por primera vez en política, los electores no lo asocian con los políticos tradicionales, con la corrupción y lo ven como candidato ciudadano.

La ciudadanía decidió poner fin a la corrupción de los políticos. La renuncia y encarcelamiento del presidente, general Otto Pérez, y de la vicepresidenta, Roxana Baldetti, días antes de la elección, animó a la sociedad a seguir haciendo cambios. El resultado del domingo se inscribe en esa dinámica. Morales asume que la indignación de la gente le dio la victoria.

Baldizón y Edgar Barquín, en la fórmula con él, acusado de corrupción, para la ciudadanía representan más de lo mismo. Son el prototipo de los políticos que integran las maquinarias-partidos que cada elección presidencial se organizan, con recursos millonarios, para asaltar el poder y enriquecerse de él. La sociedad, consciente de su fuerza, asumió que podía cambiar las cosas, por la vía del voto.

El presidente, Alejandro Maldonado, que sustituye a Pérez, estará cinco meses en el cargo, que entrega el 16 de enero del 2016. Él es responsable de garantizar que la segunda vuelta se realice de manera tersa y coadyuvar con el Poder Judicial, para que sigan los procesos judiciales contra Pérez y Baldetti.

La agenda que la ciudadanía impone a Morales, todo dice que se hará de la victoria, es clara: supone asumir que termina un ciclo de la historia guatemalteca, caracterizado por la corrupción estructural. Ahora dos son las tareas inmediatas: cambiar el andamiaje del sistema político, que incluye la reforma electoral, e impulsar una reforma del Estado, que ponga al centro la transparencia y la rendición de cuentas.

Morales tiene de aliado a la Comisión Internacional Contra la Impunidad de Guatemala (Cicig), organismo de la ONU, que en el 2007 fue invitada por el presidente Óscar Berger (2004-2008). El comisionado actual, el colombiano Iván Velásquez, es quien ha documentado el sistema de corrupción encabezado por Pérez y Baldetti.

La estabilidad de Guatemala es condición para asegurar la frontera sur de México y tema central de la seguridad nacional. La diplomacia mexicana en la región, en especial con nuestro vecino, debe replantearse y pasar del discurso a la colaboración con recursos. Mientras más rápido se actúe en esa dirección, mejor