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La mejor descripción de mi sentir como mexicana puedo encontrarla en el famoso poema de Ricardo López Méndez, México creo en ti, porque cada mañana mientras salgo a las calles me llena de alegría nuestra vegetación, recorrer un mercado y disfrutar el colorido de las artesanías, apreciar la arquitectura de sus catedrales, la imponencia de sus pirámides, y el calor de su gente. Pero tristemente también veo grandes contrastes.
No se necesita salir de casa, basta con encender la televisión, revisar las noticias, incluso en el teléfono. Me llena de esperanza saber que somos solidarios, que lo que pasa en el mundo abre nuestras conciencias y podemos brindar ayuda a algunos refugiados, pero me preocupa que sólo seamos capaces de visualizarnos como ciudadanos globales y se nos olvide que aquí también sufren muchos mexicanos, que miles de personas cruzan la frontera dejando desprotegidos a infinidad de niños o arriesgándolos consigo en busca de una vida mejor.
Recupero un poco de confianza cuando escucho a jóvenes como Pedro Kumamoto hablar de que los ciudadanos debemos tener memoria y analizar a cualquier candidato, y le creo porque el cuerpo no miente y veo en sus ojos un verdadero interés por generar un cambio en el país, sin embargo me lleno de consternación al ver que una diputada por la que ni siquiera votamos es capaz de contestar: “no tengo iniciativas no la hagan de a pedo”.
Me parece una ofensa a los mexicanos, que le paguemos $148, 558 pesos al mes a una mujer que no elegimos por medio del voto popular, que además de no tener iniciativas se queda dormida en la Cámara de Diputados y sólo deja en evidencia su incapacidad para el cargo que ostenta, lo que sí no podemos negar es que Carmelita Salinas es muy famosa, ya sea por su lenguaje, las películas del cine de ficheras o los múltiples vídeos con su opinión. Ahora esperamos que ella junto con los 199 diputados plurinominales haga su trabajo y no sólo vida mediática.
Por otro lado me preocupa vivir en un estado donde las clases se suspenden para evitar hacer frente a los problemas, en el cual a los maestros se les tacha de flojos pero ni se les paga ni se les deja trabajar, ¿Dónde está la coherencia?, no es posible vivir en un país de mentiras, que las personas puedan pasar fácilmente de la farándula a la política y que sean esos mismos seres los que decidan el futuro de nuestro país.
No puedo entender un país con Libertad de prensa pero con ataques constantes al periodismo, dónde las declaraciones sobre hechos que consternan al país resulten mentira y tengan que decírnoslo personas extranjeras para que se acepte el error, y mucho menos que se permita una gran corrupción en el manejo de uno de nuestros principales recursos, el petróleo.
Todo lo anterior es sólo un fragmento de problemas acumulados, tenemos infinidad de razones para celebrar que ¡Viva México! Pero no una independencia. Debemos estar orgullosos de nuestras raíces y las tradiciones son parte de las mismas, mas no podemos dejar de lado el grito de tantos que están muy cerca, el grito del dolor de padres que no saben qué paso con sus hijos, el de la pobreza que orilla a miles a vivir en otros lugares, el del hambre de quienes no encuentran oportunidades pero tampoco se pueden ir, el de la educación que no depende solo de los maestros sino también de nuestro gobierno y los mismos padres.
Cada uno de los gritos de México puede hacerse escuchar si por un momento guardamos silencio ante los informes, ante las fiestas y derroches que se remontan a la antigua Roma: Al pueblo pan y circo. Por ese mismo amor y orgullo nacional es necesario volvernos más críticos y seguir siendo solidarios, pero empezando con los nuestros porque si bien somos seres humanos también somos mexicanos.