El pequeño Francisco IV (que por las tardes es toda dulzura, por las noches un rebelde del CGH y por las mañanas un Mirrusmiaus remolón) anda ya desesperado. No ve la hora y se le enroscan aún más los ricitos para que llegue el Jalogüín. Adivino, por la cara de macaco en zoológico que pone cuando le pregunto, que sigue sin saber bien a bien qué se celebra. A ver mijito ¿Qué se celebra el día de muertos? Ante esa pregunta tan fuera de lugar pone cara de diputado cuando el pueblo le pide cuentas y procede a regañarme pues no es Día de Muertos, es Jalogüín.
Faltan casi quince días para esa fecha tan disímbola que divide al país con el mismo apasionamiento que desbordaba los estadios cuando jugaban el Zacatepec vs Tampico Madero, pero eso no le ha impedido traerme azorrillado con mi deuda de sus quince pesos. Todavía no sabe ni leer pero me muestra todas las tardes el recado de su tícher donde dice, claramente, que éste su patrocinador oficial debe enviar quince pesos en un sobre bien sellado y engrapado a su cuaderno, para efectos de poder solventar la fiesta que en honor al Tricortrit se realizará en la escuela.
No he tratado de convencerlo de que aquí en México es costumbre celebrar el día de muertos con un altar, porque es una costumbre que no ejerzo y no veo necesidad de meterle desde tan pequeño (de por sí es muy impresionable) ideas mortuorias. Y si no comulgo con los adornos en navidad pues comprenderá que mucho menos adorno mi casa en estas fechas.
Las negociaciones por los quince pesos comenzaron tarde y por el momento estamos en la fase de la mesa de diálogo. He querido hacerlo entender que no es mi obligación cubrir el costo de sus bacanales y que, antes bien, puedo financiar su saturnal encuentro pero él debe cuando menos arreglar su cama tres veces. Esta transacción no ha caído bien entre las huestes de Francisco IV y como primer intento de reventar las negociaciones se quitó la playera, el pantalón y los calzones y se puso a bailar encuerado en la sala (le digo… es impresionable el niño).
He disminuido mis pretensiones y por el momento estoy dispuesto a acceder a una cama arreglada y que se prepare él mismo su chocomilk y su cereal de aquí hasta que cumpla la mayoría de edad. Está consensándolo con las bases y tal parece que llegaremos a un buen acuerdo a menos que me pida también algunas hectáreas cosechables y placas de taxi. Ahí sí, con la pena, tendría que ponerme enérgico y ocupar las fuerzas policiales de Bermúdez para que a punta de toletazos y toques eléctricos, le baje dos rayitas a su insurrección.
Estaremos atento al desenlace de este primer problema social generado por una festividad que celebramos nosotros los nacidos bajo el auspicio del TLC. Por lo mientras me han dejado la enorme y complicada tarea de generar algunas calaveritas para los políticos veracruzanos. Desde ya, les dije a mis jefes que no pienso hacerlas, en primera porque se me hacen muy repetitivas y en segunda porque su estructura la considero pariente de la poesía y esa jamás la he comprendido.
Impresionable como soy yo también (no por nada soy Francisco III) alebrestaré a todas mis huestes si pretenden obligarme a tan ingrata labor, me uniré al Mirrusmiaus en su total nudity y reventaremos las mesas de negociación. Ahí le aviso en qué termina todo esto.
Tome nota: Héctor Yunes no asistirá a la toma de protesta de Alberto Silva como líder estatal del PRI… andará de gira por Israel (¡Ay bendita coincidencia! Cuánto te debemos los mortales)
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