PRIMERA PARTE

Sin duda que la gratitud es uno de los valores más grandes y sublimes que exista entre los seres humanos. El valor de la gratitud se ejerce cuando una persona experimenta aprecio y reconocimiento por otra que le prestó ayuda. No consiste, necesariamente, en “pagar” ese favor con otro igual, sino en mostrar afecto y guardar en la memoria ese acto de generosidad, lo que no necesariamente obliga a alguien a subordinar sus acciones en favor del que dio ayuda. Más que centrarse en la utilidad práctica del servicio recibido, pondera la actitud amable de quien lo hizo. Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son guías que nos dan determinada orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de cada grupo social.
El valor se refiere a una excelencia o a una perfección. Se considera un valor decir la verdad y ser honesto; ser sincero en vez de falso; es más valioso trabajar que robar y así podríamos mencionar los ejemplos que todos pudiésemos aportar. Pero ¿cuándo podríamos cambiar tal conducta, sin considerarnos lo opuesto a este bien? Un respuesta muy difícil de contestar y quizá más difícil de justificar. Lo cierto que para este valor está presente lo contrario, su anti valor, el antagonista perenne, el eterno contraste. Lo bueno: lo malo, la luz: la oscuridad, lo blanco: lo negro, alto: bajo etc., en donde se centrará la problemática de esta reflexión compartida. Ahora veremos que se dice sobre la ingratitud, que para ciertos analistas de las conductas humanas consideran como índice de soberbia y egoísmo, cuando no de mala fe. El que es ingrato se caracteriza porque ignora o pretende ignorar el bien que le hacen los demás. Esta tan acostumbrado a obtener siempre lo mejor para sí que no le es nada fácil reconocer los méritos ajenos. Los favores que recibe, lejos de inspirarle agradecimiento, le inspiran rencor ¡Qué poca! La ingratitud puede provenir también de una especie de descuido, de mediocridad espiritual o son hijos de mala cuna; donde aprendieron a ser así. En este caso, aunque no hay mala fe, no deja de ser triste porque produce desconsuelo en aquellos que se esmeran por hacer el bien sin obtener nunca la más mínima voz de aliento ni el más mínimo signo de agradecimiento por parte de éstos. No puede y debe catalogarse a los hijos, que al llegar a cierta edad y situación social, cambian sus objetivos y atención, pues deben de velar por la seguridad, crecimiento y atención de su nueva familia; dejando en un segundo plano a sus padres, que será una cadena interminable de vida. Pero de la ingratitud de la que hablamos está alimentada por la mala entraña de ciertos individuos (hombres o mujeres), que la mayoría de las veces traicionan la confianza y bondad de quien les tiende la mano, sin más argumento que su negra actitud. La palabra ingratitud, es coincidente y su significado es: «Olvido o desprecio de los beneficios recibidos». ingratitude en el idioma inglés, significa lo mismo y sólo se le agrega la palabra cruel. Entonces la ingratitud ya como concepto es de lo más desagradable, cruel y despreciable en la vida de los seres humanos. Un hijo ingrato siempre es visto como un ente sujeto de redención, no se puede aceptar la ingratitud de los descendientes como algo natural o agradable, por lo tanto se exige una pronta y oportuna rectificación. Seguramente como uno es, así lo tratarán después, es el karma que hemos generado a nuestro alrededor. En el caso de la política, donde se dice que existen los ejemplos más claros de ingratitud, es cuestión de apreciación; ya que el hombre puede cambiar de opinión, ideología, intereses o doctrina según las circunstancias en que vive. Los grupos políticos como los grupúsculos mafiosos tienen un código no escrito; donde existen mecanismos para mantener a sus allegados con una disciplina a prueba de todo tipo de ingratitudes. Podemos afirmar que en el primero la reprimenda, la separación de algún cargo público y el olvido son las acciones que se emplean; pudiendo perder en ocasiones los bienes que disfrutó. En el segundo caso igualmente inicia por la reprimenda, el castigo y la obligación de desempeñar quehaceres de mayor peligro de lo acostumbrado. Pero lo cierto es; que en los dos, si éste reprendido se incomoda, puede ser afectado en daños a su familia o incluso encontrar una muerte violenta. ¡Estamos! alodi_13@nullhotmail.com