“La violencia es el último recurso del incompetente”
Isaac Asimov (1920-1992)
Desde el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer hasta el 10 de Diciembre próximo , Día de los Derechos Humanos, — etapa llamada en el mundo “Semana Naranja”–, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) inicia la campaña de activismo contra la violencia de género, dedicando la reflexión cada año a un tema específico, en esta ocasión: la prevención, cuyo objetivo es generar consciencia en la sociedad para evitar los actos de hostilidad o violencia contra las mujeres en todos los órdenes y simbolizar con el color naranja, un futuro esperanzador sin agresión en el mundo. Dicha semana llevará consigo operar la campaña “UNETE”, para que los países comprometidos –entre ellos el nuestro– realicen tanto en sus entidades como en los municipios, actividades que lleven a cumplir ese propósito.
¿La violencia puede evitarse?, SI definitivamente, SÍ se puede prevenir, aunque no es tarea sencilla, porque su génesis es multifactorial. Por eso las estrategias de intervención deben ser holísticas, requiriéndose de la acción de diferentes disciplinas y del involucramiento de muchos sectores, actores y partes interesadas. Y dichas soluciones pueden ir desde intervenciones que operen con seriedad sobre los problemas de agresión dentro de la familia, como en la orientación que se proporciona en los centros escolares creando generaciones mejor informadas y alertas al cuidado de su integridad física, moral y emocional; pasando además por la efectividad de las políticas públicas orientadas a crear una cultura de la igualdad económica, social y política entre hombres y mujeres y por la eliminación de prejuicios y antivalores que guardan ciertos varones, que ven en la mujer, no una aliada en las causas comunes de la humanidad, sino un enemigo a vencer; siendo el principio en que se sustenta la “misoginia”, mal que padecen muchos varones y que les cuesta trabajo reconocer que la poseen.
La violencia ha sido tipificada en diferentes formas, y una de ellas, que hoy ha cobrado importancia por el incremento de los casos que se registran, es la violencia política de género, que como bien decía recientemente la Lic. Martha Mendoza Parissi, exdirectora del Instituto Veracruzano de las Mujeres: “La violencia política, sigue siendo una constante en nuestro estado porque aún existe inequidad en el número de mujeres que puedan acceder a los cargos políticos y públicos”…“a nivel federal la violencia política ya está tipificada como un delito y en Veracruz, apenas se está intentando comprender este tipo de violencia, que al ser tan cotidiana se ha neutralizado”.
Y es que hoy ya son tan frecuentes los casos de este tipo de violencia, que ha llamado la atenciòn del Congreso de la Unión y de los poderes ejecutivo y judicial, para atender las denuncias que se presentan y pugnar por detener, de una vez por todas, los actos atentatorios que sufren las mujeres especialmente: a) antes, b) durante y c) posterior a los procesos electorales.
a) Antes de los procesos, porque durante esta etapa, muchas mujeres sufren agresiones a su integridad física, moral y emocional, al existir personas que tratan de obligarlas a desistir en el propósito de competir para las candidaturas a los cargos de representación. Igualmente, cuando son excluidas –por los equipos políticos– o nulificadas y con ello evitar que sean llamadas a los cargos públicos; a veces proviniendo la violencia por parte de los varones y en otras ocasiones, por las mismas mujeres aliadas con ellos, que hacen hasta lo imposible por frenar aspiraciones de sus similares.
b) Durante los procesos, cuando las mujeres sufren amenazas, agresiones o violaciones a sus derechos políticos por parte de terceros o por las propias instancias electorales. O no son apoyadas en las campañas, por sus compañeros dentro de los partidos para intencionalmente hacerlas perder.
c) Posterior a los mismos, cuando les transgreden sus derechos, no les son reconocidos sus triunfos, son obligadas a renunciar o son eliminadas de las listas o “grilladas” para no ser ubicadas en posiciones estratégicas de los gobiernos federal, estatal o municipal, etc.
La violencia política, va también aparejada con el acoso sexual, siendo este último un delito que sí está tipificado en los Códigos penales. Lamentablemente para muchas mujeres, el llegar a ser postuladas o consideradas en un puesto superior, les significa ceder y conceder a los “affaires” o caprichos amorosos de los “Tlatoanis”, que si bien existen casos en que pudiera ser aceptado por algunas mujeres voluntariamente, en la mayoría se trata de hostigamientos que infringen la inviolabilidad de la dignidad humana y constituye un claro atentado contra la persona que lo sufre.
Pero las cosas, parece que empiezan cambiar. Derivado del incremento de casos de violencia política a nivel nacional , a partir del 11 de octubre del presente año , se ha generado un precedente importante para el aseguramiento de los derechos políticos de las mujeres mexicanas: la Fiscalía Especializada para la Atenciòn de Delitos Electorales (FEPADE)–al recibir denuncias por violencia política de género–, hizo efectivo el exhorto del Congreso de la Unión a la Fiscalía General de la República, para que : “se garantice el ejercicio pleno de los derechos políticos de las mujeres y la seguridad de aquellas que participan en los procesos electorales y, se establezcan mecanismos de denuncias y atenciòn oportuna de situaciones de acoso y violencia en su contra”(Congreso de la Unión).
El origen de esta disposición –y que fue la gota que derramó el vaso–, se remite al caso de la candidata del PAN a la alcaldía del Municipio de Reforma, Chiapas, Yesenia Alamilla Vicente , quien denunció ante la FGR y la FEPADE –al no recibir respaldo de su partido a nivel local y nacional–, la agresión sufrida el 11 de julio pasado (8 días antes de la elección local en ese estado), por parte de un presunto agresor llamado Herminio Valdez Castillo–en el momento candidato electo por el Partido Verde Ecologista (PVE)–, quien presuntamente envió a 5 hombres encapuchados a detener su automóvil en el que viajaba en la carretera Chiapas-Tabasco, golpeándola y amedrentándola con una pistola en la cabeza. Esto derivó en la búsqueda de apoyo de su partido, que al no encontrarla, optó por denunciarlo ante la FGR y la FEPADE. Incluso después de la denuncia continuó recibiendo amenazas de muerte a su celular lo que quedó como evidencia para el caso.
La candidata explicó además, que su caso no era el único, que existía otro –en el mismo proceso–, en donde otra candidata del PAN a un cargo edilicio, el 27 de junio anterior, un desconocido entró a su casa e intento violarla, no sin antes recibir amenazas de toda índole de que se retirara de la contienda. En ambas denuncias se señalaba como autor intelectual al mismo individuo. Igualmente Alamilla Vicente, se entrevistó con Diputadas del Congreso de la Unión de todos los partidos, quienes la apoyaron y acordaron solicitar un exhorto a la FGR para que se procediera a la investigación correspondiente.
Dichas denuncias, fueron analizadas también en el Seminario: “Violencia Política: la trasgresión de los derechos políticos de las mujeres”, organizado por el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) donde se revisaron las declaraciones de actos inequitativos y discriminatorios para las féminas en ese rubro y por lo tanto, dio cabida al tratamiento jurídico correspondiente, especialmente porque a raíz de la reforma política de 2014 que operó en el proceso federal pasado,–en donde por Ley se obliga a los partidos políticos al cumplimiento de la paridad–, los casos de violencia política denunciados se elevaron de manera exagerada, siendo que en el 2015 fueron 38 a diferencia del 2012, que sólo fueron dos.
El titular de la FEPADE, Santiago Nieto Castillo manifestó que a partir de este momento, es necesario que se tipifique en la Ley General en Materia de Delitos Electorales, el delito de violencia política de género, a fin de combatir de manera enérgica la transgresión de los derechos de las mexicanas, en esta materia.
Por eso durante la “Semana Naranja” próxima a iniciarse, las mujeres una vez más, haremos un llamado a la sociedad para analizar no sólo las causas de la violencia sino las formas de lograr que ésta sea erradicada de la cultura del mexicano. Empezando, como decía antes, por evitar los causas que provocan la disfuncionalidad de las familias donde impera, de prescindir de las medidas “machistas” (tanto de hombres como de mujeres) en el trabajo y en la sociedad, de las acciones discriminatorias que frenan aspiraciones políticas legítimas de las féminas, de las formas atentatorias y tendenciosas al enviar a las mujeres al “precipicio de cristal”, o plazas electorales de mayor riesgo y a los actos de exclusión en los gabinetes de gobierno, donde las mujeres son destinadas a los cargos medios o a aquellas funciones de sometimiento del poder masculino (“techo de cristal”). En suma, evitar la discriminación, el sometimiento, el abuso del poder y la violencia física, moral, psicológica, patrimonial y política contra las mujeres, cuando son vistas con recelo por su capacidad, inteligencia, valor profesional y humano.
Gracias y hasta la próxima