Con seguridad muchos no dejaremos de manifestar nuestro total rechazo a la violencia contra las mujeres, sobre todo en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, cuando leamos y escuchemos en todos los medios que, por ejemplo, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual en su vida. Cierto, la violencia es evitable. “Aunque no es algo tan fácil como erradicar un virus. No hay una vacuna, no hay un medicamento, no hay una cura. Tampoco hay un único motivo por el que ocurre” (ONU-Mujeres).
Incluso dicen que dos terceras partes de países han prohibido la violencia doméstica; sólo 52 países han penalizado explícitamente la violencia al interior del matrimonio y 2 mil 600 millones de mujeres y niñas viven en países en los que la violación conyugal no está explícitamente penalizada. Sí, el asunto es grave, sobre todo cuando el mundo anda de la chingada, patas arriba, desde la cúspide hasta el más jodido. La violencia se recrudece en todos los ámbitos, géneros, edades, aquí y allá, en cada rincón, en cada esquina, en todas las mentes y pasiones…
Organizaciones no gubernamentales sostienen que durante 2015 en Veracruz 93 mujeres y niñas han sido víctimas de feminicidios. ¡Gulp!
Bien escribió Montaigne: “¿A cuántas causas no achacamos los males que nos acontecen? ¿En qué no nos fundamos, con razón o sin ella, para dar con algo con qué chocar? No son las rubias trenzas que desgarras, ni la blancura de ese pecho que despiadada, golpeas, los que han perdido al hermano querido a quien lloras; busca en otra parte la causa de tus quejas”.
Tons, Quimosabi, ¿qué hacemos? Tolerancia e inclusión, pa’ empezar. Pero ya pocos sabemos qué es, a qué sabe –¿a dolor?-, cómo se crea y se construye viva a la humanidad que no puede liberarse de la violencia más que por medio de la no violencia, dijera Mahatma Gandhi.
María Victoria Romero Pérez comentó que “el lenguaje es el elemento que más influye en la formación del pensamiento de una sociedad… Mientras nuestra habla cotidiana siga haciendo invisibles a las mujeres, no conseguiremos conformar una sociedad igualitaria”. Lo que me llevó a la siguiente declaración de Jacqueline L’Hoist Tapia cuando le preguntaron si la discriminación es un juego de palabras: “Por ahí empieza. Y puede ser en cosas tan sencillas como que en un salón donde hay sólo mujeres y un solo hombre, dices: “todos” estamos aquí. ¿Por qué no dices “todas”?”
¿Fue suficiente portar un distintivo color naranja?
Los días y los temas
Ya en-carrera-dos para la mini-gubernatura y, claro, para las diputaciones locales, ¿en verdad quieren el hueso, digo, el puesto para servir a Veracruz, para amar a Veracruz? ¿O acaso sólo pa’ seguir “amando” a la pobreza? Bueno, eso fue lo que me preguntó mi amigo el taxista Crisóforo.
De cinismo y anexas
Según Patricia Ponce, del grupo Multisectorial VIH-SIDA, en Veracruz hay 16 mil casos acumulados de personas con esta enfermedad. Ignacio Solares escribió la siguiente “Vacuna contra el sida”:
“En el momento del orgasmo, ella dijo el verso de un poema.
—¿Dónde lo leíste? Es bellísimo.
—No lo leí. Al eyacular, un hombre lo dijo y me lo aprendí.
La siguiente ocasión en que yo eyaculé con otra mujer, dije el verso.
Según me confesó después, se lo aprendió y al tener un orgasmo con su marido, lo dijo. Con toda seguridad, él también se lo aprendió. ¿A dónde llegaría la cadena?”