Nacido en las faldas del Monte de la Estrella o Citlaltépetl en Orizaba, es en donde inició la vida de este veracruzano que destacó tanto en la composición musical, como en la historia del arte, la poesía y la pintura, cuatro disciplinas con las que puso muy en alto el nombre de nuestro estado y el país mismo.
Siendo un niño se traslada con su familia a la ciudad de México, en 1934 ingresa a la escuela nocturna para trabajadores, tres años después se inscribe en el Conservatorio Nacional de Música, parte de sus enseñanzas las recibió de José Rolón y Carlos Chávez entre sus maestros más conocidos. Hijo de padres españoles le permite relacionarse desde muy joven con el arte, esto debido al contacto con exiliados de España llegados a nuestro país producto de la guerra civil española entre los que se encontraba Concha Chacel, Luis Cernuda y muchos destacados intelectuales, eso le facilitó la entrada al mundo del arte de una forma muy completa, también su inclinación por las letras las adquirió por su cercanía con Octavio Paz, Rafael Solana y Xavier Villaurrutia. El mismo Salvador comentaba el impacto que le produjeron muchas figuras relevantes del arte y la cultura, fueron sus puntos de referencia estética que marcarían su vida.
Desde su ingreso al Conservatorio inició su composición musical llamando la atención por su armonía, dando a conocer sus primeras obras al poco tiempo las sopranos de la época, Irma González y Guadalupe Medina, cantaron obras suyas acompañadas por el mismo Salvador al piano. Es en el Palacio de Bellas Artes donde María Bonilla estrena cuatro canciones en Náhuatl de Salvador Moreno. Tocó para la UNESCO en Francia, entre sus actividades se puede decir que presidió la Asociación Musical Manuel M. Ponce, la UNAM editó un álbum con sus canciones.
En 1955 se establece en Barcelona, en donde sigue su preparación tomado cursos con afamados músicos, ofrece recitales, después de cinco años de estancia regresa a México, al siguiente año estrena su opera Severino, con esta obra hace su debut en Barcelona Placido Domingo en 1966. Ese mismo año se estrenan en España dos más de sus creaciones: Carlota y La mulata de Córdoba.
Pocos son los virtuosos que con su sensibilidad estética han permitido hacer suyos universos difíciles abarcándolos de forma destacada, como la poesía, la pintura y la historia del arte, su primera publicación sobresaliente fue una biografía sobre el catalán Pelegrín Clave. Corría el año de 1969 cuando en otra incursión literaria publica El escultor Manuel Villar, posteriormente publicaría cuatro importantes libros de arte más, el último de ellos en 1990 nueve años antes de su fallecimiento. Se le reconoce haber rescatado la obra escultórica del siglo XIX.
Mencionaba que sus canciones en Náhuatl, eran poemas suyos musicalizados; amante de la poesía de su gran mentor decía: “Luis Cernuda es Luis Cernuda porque cuando dice la palabra amor, es amor, cuando dice la palabra violetas, huelen las violetas y eso es verdad”.
Su amigo Pedro Castillo ejerció gran influencia en su obra plástica en las naturalezas muertas donde resalta la sutileza.
Su incansable actividad por el reconocimiento de hombres que han hecho del arte y la cultura engrandecer tanto a los catalanes radicados en México como los mexicanos sobresalientes en España, lo llevaron a comprometerse, un ejemplo de ello es el haber logrado que el español Jaime Nunó creador de la música del Himno Nacional Mexicano, fuera reconocido en su patria y le levantaran un monumento en 1969.
En 1989 el Ayuntamiento Constitucional de la ciudad de Orizaba lo nombró su Hijo Predilecto, fallece en Barcelona, España en 1998.
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