Debo confesar que hasta hace poco era un escéptico en esto del cambio climático, y no es que sea porque soy un obcecado- de por sí lo soy-, no, simplemente porque soy de los que piensan de que todo en este mundo, desde que se tiene memoria de la historia del tiempo, todo, absolutamente todo, es cambiante, cíclico, la historia del mundo desde que es mundo es dinámica, no es estática.
Se calcula que hace como unos 10 mil años terminó el periodo glacial, pero esta era había comenzado unos 100,000 años antes, es decir, la del hielo, duró nada más 90 mil años, o sea 3,600 generaciones. Por supuesto que en este lapso de tiempo hubo un cambio climático muy drástico –se calcula que la temperatura promedio mundial era igual a la temperatura media que actualmente hay en Groenlandia en un año, o sea, hacía bastante frío-, pero gracias al hielo el hombre pudo desplazarse de oriente a América, atravesando por la zona del estrecho y el mar de Bering, y las Islas Aleutianas.
Cómo habrán sido las condiciones climáticas de aquella era, que según cálculos científicos la capa de hielo que cubría la corteza terrestre tenía un grosor de entre 1,000 y 1,500 metros, pero eso es otra historia, la era glacial ocurrió y a pesar de las condiciones climáticas extremas que había sobre la Tierra, el hombre logró sobrevivir, aún estamos aquí, irremediablemente, al menos por el momento. Hay también otras teorías que han tratado de explicar el porqué de estos cambios. Por ejemplo y lo deberíamos tomar como un ejemplo –pero más que eso como una advertencia-, un microambiente que cambió radicalmente hasta la extinción prácticamente de la vida humana, es lo que sucedió en la isla de Pascua, habitada por los nativos rapa nui, en donde se supone éstos talaron todos los árboles que había en la isla para que sirvieran de rodillos para transportar las monumentales cabezas (moáis).
La deforestación de la isla acabó con el tiempo con la vida humana, convirtiendo al islote en un yermo inhabitado hasta que los navegantes europeos la descubrieron en el siglo XV. Pero ¿cuál es la urgencia hoy en día ante semejante problema que ya tenemos encima?, pues que a pesar de las cumbres sobre el clima (la primera fue en Estocolmo, Suecia, en 1972, pasando por la de Río de Janeiro, Brasil, en 1992), la inminencia del apocalipsis ha llevado a la humanidad entera –representantes de más de 190 países- a reunirse en París apenas hace unos días para tratar de revertir o cuando menos contener los efectos de un cambio climático que para muchos ya llegó, pero que amenaza seriamente sino a toda la humanidad sí a una buena parte de sus comunidades sobre todo las que se sitúan próximas a los litorales.
Por lo tanto, las naciones del mundo ya se dieron cuenta de que no hay para dónde hacerse, o se actúa o se actúa, como quien dice, el miedo no anda en burro, el virtual aumento de 2° a la temperatura promedio de la Tierra traería consecuencias catastróficas para todos, pero la cruzada no es nada fácil –aunque no imposible- cuando los principales combustibles para generar energía, los combustibles fósiles, siguen siendo los principales causantes del aumento de CO2, sobre todo el carbón que sigue siendo la fuente más barata y asequible para todos generadora de energía.
Las naciones industrializadas y las potencias mundiales tienen la palabra. En 1980 cuando se descubrió el agujero en la capa de ozono, los países que utilizaban los gases clorofluorocarbonos los dejaron de usar en la fabricación de aerosoles y en implementos del hogar como refrigeradores y afortunadamente hoy el agujero ha disminuido en su tamaño, lo que quiere decir que los efectos negativos se han revertido, cosa que abre una esperanza en cuanto que el cambio climático también puede seguir el mismo curso.
Tres años de Enrique Peña Nieto.- La revista Nexos que dirige Héctor Aguilar Camín, trae en su número de diciembre una serie de artículos escritos por destacados analistas que hacen una “disección” puntual del gobierno de Enrique Peña Nieto a tres años de su gestión, muy recomendable lectura y este es un extracto de lo que dice María Amparo Casar a través de su artículo, ‘Los sonidos del silencio’, respecto del estilo de comunicar, de comunicación política del actual gobierno federal: Y, ¿con la sociedad? Con la sociedad no quieren reflexionar, ni alegar, ni exponerse. Y, ¿frente a la sociedad? Frente a la sociedad no quieren explicar, ni justificar sus decisiones. Guardan silencio. Ya fueron votados, ya ocupan sus puestos y con eso les basta. Se saben en el poder por el tiempo que dura el encargo y lo ejercen con una sordina puesta, como ésa que se utiliza para disminuir la intensidad del sonido de ciertos instrumentos.