Por Ramón Durón Ruíz
Hoy parafraseo la siguiente historia del sabio Osho: “Un hombre y un niño entraron a una peluquería. El hombre, después de recibir el tratamiento completo: afeitado, manicure, corte de pelo, sentó al niño en la silla.
— Me voy a comprar una corbata –le dijo el hombre al peluquero. Vuelvo en unos minutos.
Cuando el corte de pelo del niño estaba listo, el hombre aún no había vuelto y el peluquero dijo:
— Parece que tu padre se ha olvidado completamente de ti.
— Ese no era mi padre –dijo el niño–, iba yo por la calle, me cogió de la mano y me dijo:
— ¡Ven, […vamos a encontrar un ‘endejo] que nos corte el pelo gratis!”1
HOY es el día de los Santos Inocentes, póngase ‘vivo’, no le vayan a ‘tomar el pelo’, no lo vayan a agarrar de su ‘endejo, ya lo dice el viejo Filósofo en una de sus frases llena ingenuidad provinciana y de obviedad: “Señor ayúdame a encontrar un ‘endejo… ¡PORQUE LUEGO, LUEGO DAN CONMIGO!”
Que no den con usted, en ésta fecha propia para el uso de bromas, algunas de buen gusto, otras de mal gusto, pero todas bromas, que se aplican a aquellos que mantienen dormidos o hasta atrofiados sus cinco sentidos, porque no están en la frecuencia de la vida.
El campesino de Güémez afirma: “Todos tenemos cinco minutos de ‘endejez al día… ¡EL SECRETO ESTÁ EN NO EXCEDERSE!” usted no se exceda, no se deje engañar, aprenda y saque a flote los trucos que le ha enseñado el camino de la vida.
El 28 de diciembre nos lleva a recordar la matanza de niños que Herodes realizó, buscando que entre ellos fuera el niño Jesús, en la edad media se le agregó el humor, que hasta la fecha busca hacer bromas a quien se deje.
“El 28 de diciembre nos recuerda, lo que somos durante los otros 364 días del año” seres en la mayoría llenos de la inocencia de un niño, que no le teme a nada, confiados, llenos de buena fe, a quienes los engaños, las tretas, las artimañas, las truculencias, nos despiertan a la fuerza del universo.
En cada ser humano hay un soplo de inocencia, –mientras que otros están llenos de ella– inocencia que es la desnudez del alma, candidez que denota un alma limpia, hay sabios que viven plenos de la inocencia, porque cuando ésta explota, despierta el genio que vive en el interior de su alma.
Los niños, –por derecho propio– son inocentes, porque la inocencia no hace, ni piensa en el mal, el término proviene del latín “Innocentia” que significa no hacer daño. Que nada interrumpa la inocencia de tu niño interior, te llevará a respetar la gran dimensión de la vida, a amarte y a valorar todo aquello que has adquirido con el sudor de tu frente.
La inocencia, la sana alegría, la felicidad y el amor incondicional, son las cuatro ruedas en torno a las cuales viaja el carro de la vida de los niños, por eso sonríen hasta 500 veces al día, perdonan inmediatamente, hacen amigos con facilidad, accesan a las entrañas de la vida, que les revela sus secretos.
Si algún día has platicado con un niño con una enfermedad terminal, sabrás que con su inocencia, está en un nivel espiritual superior, tiene razonamientos sobre la vida y la muerte, que te dejan sorprendido.
La inocencia deshace nudos del pasado, aflora tu intuición, te hace coparticipe del gozo de la vida, te lleva a alegrarte sin motivo alguno, a estar siempre ocupado, a pensar positivamente y a ser profundamente agradecido.
El ser inocente no tiene problemas, sólo soluciones, aleja su visión positiva del presente de las amargas pesadillas que lastiman el alma, no requiere palabras para expresarse, comunica con la voz de su corazón.
Resulta que “viene deslizándose una serpiente, a ver a su novia, medio molesto le dice:
— Anoche en el jardín me acosté contigo… ¡estabas indiferente, dura y fría!
— ¿Yo? –le dice la novia– ¡Yo no estaba en el jardín anoche!
— ¡Ah chinga’o!, –comenta el novio lleno de inocencia– otra vez me acosté… ¡CON LA ‘INCHE MANGUERA!”
1 http://osho-maestro.blogspot.com/