Faltan sólo unas horas para que finalice 2015, y ya se vislumbra en el horizonte el año nuevo. Es tiempo de fortalecer la armonía familiar, de disfrutar un tiempo de paz y de abrazar a nuestros seres queridos.
El origen
¿Cuándo se originó que el año nuevo comenzara el primero de enero? Esta celebración se inició cuando el emperador romano Julio César, auxiliado por el matemático Sosígenes, reformó el calendario en el 46 a.C. De esa forma el 45 a.C. inició el primero de enero.
En la antigua Roma el mes de enero estaba dedicado a Jano, dios del pasado y del futuro, que se representa con dos caras, una viendo hacia el futuro y otra volteando al pasado. En su templo, uno de sus rostros observaba al oriente y el otro al occidente. En una de sus manos estaba inscrito el número 300 y en la otra el 65, con ello se creía que controlaba el tiempo.
No todas las culturas celebran el año nuevo el primer día de enero. Los chinos lo festejan el 19 de enero; los judíos el 14 de septiembre y, los hablantes del náhuatl lo celebran el 11 de marzo.
Los propósitos de año nuevo
Año con año, tenemos la esperanza de que vendrán tiempos mejores. Incluso la sabiduría popular dice “Año nuevo, vida nueva”. Deseamos que las cosas cambien para bien, que nuestra vida dé un giro y una luz de esperanza brille en el futuro inmediato.
Cada año elaboramos propósitos ambiciosos para realizarlos a partir del próximo enero, a veces son los mismos de años anteriores: bajar de peso, comprar una casa o un auto, mejorar la relación familiar, terminar una carrera, aprender inglés… y un largo etcétera de buenos deseos. Sin embargo, pocas son las personas que logran realizarlos.
¿Cómo alcanzar esos propósitos? Hay que ser realistas y objetivos a la hora de establecerlos; hay que elaborar un plan estratégico para lograrlos, no basta con escribirlos para que se concreticen, hay que ser perseverantes y trabajar hasta alcanzarlos.
La perseverancia es una actitud positiva que se traduce en acción para avanzar hacia un propósito. La fuerza de la perseverancia radica en saber qué es lo que se quiere y cómo se espera lograrlo. Recordemos que el éxito es el fracaso superado por la perseverancia. Esto me recuerda a los campesinos de Veracruz, que después de un fuerte vendaval que destruyó su cosecha, a la mañana siguiente toman de nuevo sus aperos de labranza, entran a su milpa y retan de nuevo al horizonte.
Estimado lector, pronto escucharemos las doce campanadas que anuncian el advenimiento de un tiempo nuevo. Deseo de todo corazón que sus propósitos se cumplan, que la luz de la esperanza ilumine su camino y que juntos logremos, como ciudadanos comprometidos, el Veracruz que merecen nuestras familias y nuestro país.